El Cristal del Príncipe [Cristal#1]

Capítulo 7. Al ritmo del corazón

—¿Cuándo vas a decirle la verdad? —Elaine murmuró, recostada boca abajo en mi cama con la barbilla apoyada en sus manos y sus ojos miel fijos en mi espalda; conociéndola seguramente estos tenían una expresión acusatoria, mientras yo miraba la ventana, recordando las veces que Damon había subido por ella, lo que me sacó una sonrisa.

—¿Por qué lo haría? —me volteé y ella alzó las cejas como si dijera "¿En serio?"

—Mmm, ¿tal vez porque somos su expectativa de la relación que le gustaría tener?

Suspiré pesadamente, sentándome en el banco del piano. Las cosas entre Damon y yo habían ido bastante bien, ¿por qué arruinarlo ahora? Además, desde aquel día en la pastelería, las cosas se habían tornado extrañas. Apenas cruzábamos palabras o teníamos pequeñas conversaciones. Cuando él intentaba hablar conmigo, simplemente le decía que estaba ocupado, y él parecía incómodo al verme. Quizás sin darme cuenta había estropeado nuestra relación, eso que esta vez en verdad lo intenté.

—No tiene caso, es mi vida, no tiene porqué enterarse de todo —dije.

—Sí, y ahora Damon es parte de tu vida. Prácticamente tú lo dejaste entrar, ¿no crees que merece un poco de confianza de tu parte? Él literalmente te considera como su mejor amigo de toda la vida a pesar de que se conocen hace poco.

—Eso no significa nada, la gente es así, suele jurar cosas de por vida cuando estas no duran ni un poco. Damon pronto se aburrirá de mí, ya lo verás.

—Lo dices como si sólo fueras un juguete para él. Damon no es tu padre, Ethan.

Desvié la mirada hacia las teclas del piano y las acaricié.

—Lo sé, solo que no quiero encariñarme con él. Cada vez que quiero a alguien, temo por esa persona.

—Pues yo sigo sana y salva —adoptó una postura triunfante sobre la cama.

—Es porque eres la más fuerte de todas.

Elaine levantó el labio inferior con una mano en el pecho.

—Me enamoraría de ti si no supiera que no eres hétero.

—Es una extraña forma de levantarme el ánimo, pero gracias.

Ella se rió.

—¡Ethan, alguien vino a verte!

Casi me mata el grito chillón de Ellie, así que bajé las escaleras, encontrando a Adam en la puerta.

—Vaya, alguien que sí usa la puerta —murmuré para mí mismo—. Adam, ¿qué haces aquí? Digo, no es que me moleste ni nada, pero no esperaba que vinieras.

—No quise interrumpir, pero quería que escucharas algo, ¿tienes tiempo?

—¿Yo también lo puedo oír? —Ellie se metió en la conversación.