Capítulo 12. Partituras de un corazón roto

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Durante el fin de semana, estuve encerrado en mi cuarto escribiendo canciones, pero ninguna tenía la claridad que buscaba

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Durante el fin de semana, estuve encerrado en mi cuarto escribiendo canciones, pero ninguna tenía la claridad que buscaba. Eran solo divagaciones de mis sentimientos, que ni siquiera yo comprendía del todo. La expresión en su rostro era como una melodía recurrente en mi cabeza, una canción pegajosa que se repite sin cesar.

Pero ya estaba cansado de esa misma melodía. Anhelaba encontrar una nueva canción para reemplazarla. Con un suspiro largo, arrugué la hoja de papel y la lancé hacia el bote de basura sin realmente saber si acerté.

Fue entonces cuando los golpes en la puerta finalmente me sacaron de esa melodía desordenada.

—Pase —anuncié sin mucho entusiasmo, y Elijah entró sonriendo.

—La señorita Elaine vino a verte.

Estaba bastante desaliñado para recibir a alguien: mangas enrolladas hasta los codos, cabello revuelto y la corbata desordenada, pero Elaine ya me había visto peor que eso.

—Dile que pase.

Asintió y poco después, una preciosa chica rubia entró por mi puerta con una sonrisa radiante, mostrando el ánimo que a mí me faltaba.

—¿Qué pasó aquí? Parece que pasó un huracán —se burló.

—Lamento el desorden, no esperaba visitas —me levanté para recoger las hojas esparcidas en el suelo.

—Creo que lo noté —observó a su alrededor.

—Sí, bueno, estaba tratando de escribir algo. ¿Quieres sentarte? —le ofrecí un lugar en la cama, y aceptó—. ¿Todo bien? —pregunté levantando una ceja.

—Sí, sí, todo bien. En realidad yo me preguntaba lo mismo sobre ti.

Fruncí el ceño sin entender.

—¿Por qué no habría de estarlo? —me senté a su lado.

—Vine a decirte que... —cuando bajó la mirada y entrelazó sus manos, me inquieté—. Te adoro, y entiendo por qué me pediste que fingiéramos ser novios, pero no creo que sea correcto seguir mintiendo —su sonrisa se desvaneció poco a poco—. Este año iremos a la universidad, y ya no tenemos que seguir fingiendo.

—Entonces, espera hasta que termine esto —sentí cierta desesperación en mi voz.

—Lo intenté, pero... Ethan, tengo planes, quiero estar con Livard, pero no puedo estar con él si estoy contigo, incluso si es una mentira. No está bien.

Sabía lo que estaba por ocurrir. Quería ver a Elaine sonreír, y sabía que Livard lo hacía como nadie. Eso me hizo pensar en la vez que Adam mencionó que no parecía feliz cada vez que estaba con ella, quizás a ella le pasaba lo mismo conmigo. Podría estar mintiendo incluso ahora para no hacerme sentir mal, así que aprecié que se preocupara por mí.

Mis labios se unieron en una sonrisa.

—Está bien.

—¿En serio? —exclamó con emoción mezclada con confusión, pero pronto se convenció de que lo decía en serio—. Gracias, gracias, gracias —me abrazó con una efusividad que me resultó sorprendente—. Si necesitas algo dime, ¿de acuerdo? No te guardes nada —dijo, apresurándose en llegar a la puerta.

El Cristal del Príncipe  [Cristal#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora