Mis dedos acariciaron la superficie pulida del piano, recordando la familiaridad de las teclas bajo mi tacto. El deseo por revivir la melodía olvidada palpitaba en mi pecho, pero la incertidumbre me detenía. Una mezcla de emociones se agolpaba en mi mente mientras me preparaba para volver a sumergirme en el sonido de la música que alguna vez me gustó tanto. Sin embargo, justo cuando estaba a punto de presionar la primera tecla, una oleada de dudas me invadió. Un nudo en mi garganta se formó, y con un suspiro pesado, retiré las manos del instrumento como si este quemara, sintiendo la pérdida de la oportunidad incluso antes de intentarlo.
Unos golpeteos en la puerta se hicieron presentes, irrumpiendo en la atmósfera densa que se había generado.
—¿Quién es? —la voz me salió ronca por su poco uso; no había hablado desde que me levanté.
—El auto está afuera, Ethan —oí la voz suave y tranquila de Elijah, el esposo de mamá.
—Dile que ya voy, gracias —contesté, abandonando mi asiento y dejando atrás el instrumento.
Hace ya un tiempo que no toco el piano desde que me mudé aquí. Pasaron tantas cosas en los últimos años que ni siquiera podía mirarlo sin sentir un nudo en el estómago.
Peiné mi cabello, echándome un último vistazo al espejo al tiempo que acomodaba el cuello de mi camisa. El uniforme del colegio constaba de una camisa blanca, un saco azul a juego con el pantalón y una corbata, y la idea de llevarlo puesto provocaba que el cuerpo me hormigueara.
A veces observaba secretamente cómo los chicos de la preparatoria pasaban frente a mi casa cuando venían de regreso de la escuela, y también secretamente deseaba ser uno de ellos.
La verdad es, que nunca había ido a una escuela, al menos no a una convencional, en la que mucha gente se reúne a tomar clases, y en la hora del almuerzo te juntas con tus amigos. Cuando era pequeño no estudiaba, ya que mis padres no tenían el suficiente dinero para solventar los gastos que esto implicaba, hasta ahora, que mamá había decidido casarse con un hombre adinerado, con quien vivimos ahora. Al principio tomaba clases particulares en casa, hasta que le pedí a mamá ir a la escuela; ella no estuvo muy de acuerdo al principio, en realidad creo que sigue a la defensiva, pero sabe que aquí me aburro demasiado.
Salí, cerrando la puerta tras de mí, mientras mi hermana, asomada en su cuarto al otro lado del pasillo —seguramente esperándome—, corrió hacia mí. Su curiosidad era tan intensa como la mía.
—¡Ethan! —chilló mientras daba brinquitos, tropezando con uno de sus pies, que tuve que agarrarla antes de que cayera. Me sonrió tímidamente. A pesar de que solo nos separaban dos años de diferencia, siempre la sentí más pequeña de lo que era—. ¿Ya te vas? —preguntó.
—Sí, no debo llegar tarde, y tú deberías estar estudiando también.
—Mamá y papá dicen que cuando tenga tu edad me dejarán ir a la escuela.
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El Cristal del Príncipe [Cristal#1]
Ficção AdolescenteLa oscuridad de Ethan se escondía a través de la luz de Damon. Juntos eran un hermoso eclipse, ¿Pero qué pasa cuando existe el Sol sin la Luna? Inicio [01/01/2022] Final [23/02/2023]