Capítulo 30. El único que escucha mi canción

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En multimedia Ethan y Damon

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En multimedia Ethan y Damon

No supe cómo encontré el camino de regreso, pero mantuve la esperanza de que mamá aún quisiera verme y que Ellie me reconociera. No sabía cuánto habían cambiado las cosas desde que mamá se casó con ese hombre, ni siquiera si sabía que existía. Sentir esa inseguridad al volver a un lugar que una vez consideré hogar...

En ese entonces, Ellie tenía doce años, así que apenas recordaba algo sobre mí, o siquiera que alguna vez me había ido. Al principio, fue extraño; ella no recordaba tener un hermano, mucho menos uno llamado Ethan, pero fue fácil para ella acostumbrarse de nuevo a mi presencia, ya que mamá no dejaba de decirle que yo era su hermano.

Por otro lado, Elijah intentaba mantener un contacto mínimo conmigo; no hablaba cuando yo no quería, ni me presionaba para hacerlo. Todos los cambios ya eran demasiado abruptos.

—Veo que aprendes rápido —volteé rápidamente, encontrándome a Elijah apoyado en el marco de la puerta. Había estado tocando el piano que me regaló, aunque no quería que supiera que me gustaba más de lo que admitía—. Siento interrumpirte —se acercó a mí lentamente, provocando que me sobresaltara, deteniéndose al notar mi reacción, como si no supiera cómo actuar—. Es solo que la comida está lista. ¿Por qué no bajas a comer y luego continúas?

Lo invité a sentarse, lo cual lo sorprendió, pero finalmente aceptó. Se acomodó nervioso en el banco.

—¿Y bien? ¿Qué me vas a enseñar?

Tomé su mano y la guié al piano, ejerciendo una leve presión sobre las teclas.

—Uh, eso no sonó muy bien —arrugó la nariz—. Tal vez debería practicar más.

Solo asentí con la cabeza y llevé sus manos con las mías sobre las teclas, trazando juntos el camino de una melodía.

Elijah sonrió, y yo también lo hice. Esa tarde, me sentí extrañamente feliz de que él formara parte de la familia.

—Ethan, Elijah quiere preguntarte algo —mamá sonreía, eso debía ser algo bueno.

Él se agachó a mi altura y su cercanía ya no me asustaba como antes.

—Sé que el tema de tu padre es delicado para ti, pero amo a tu madre, amo a Ellie y te amo a ti. No pienso reemplazarlo, solo quiero darte lo que él no te dio, solo si me lo permites. Por eso... tu madre y yo pensamos si te gustaría llevar mi apellido. Ser oficialmente mi hijo. Puedes decir que no, no tienes...

Pero no tuvo que decir más, ya lo quería como a un padre desde que me obsequió ese piano, desde que lo vi hacer feliz a mi madre, desde que cuidó a Ellie como mi padre nunca lo hizo. Yo quería eso, ese cariño, esa dedicación; lo quería, incluso cuando pensé que no necesitaba nada que no fuera el bienestar de mi madre y Ellie, y él me había dado lo más valioso: eso.

El Cristal del Príncipe  [Cristal#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora