Temporada II. Capítulo VII.

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El hombre de cabellos negros entró en las celdas, un silencio sepulcral dominó el oscuro ambiente. Su sonrisa no podía ser borrada con nada. 

—Me alegra ser el causante de su miseria— dijo muy animado. Hacía años que no se sentía tan vivo y con ganas de jugar con ellos. 

Paseó por las celdas, se quedó parado frente a la celda de los kiri-nin, su mirada se clavó en la chica de cabellos blancos, se relamió los labios y sonrió con malicia. 

La chica comenzó a llorar, sabía lo que iba a pasar, se escondió tras su compañero que a la vez era su hermano mayor y comenzó a más fuerte. 

El pelinegro mayor entró en la celda y pasó directamente hasta quedar frente a la chica, sus hermanos se pusieron delante pero de un golpe los dejaron fuera, él la agarró de los pelos y a rastras la sacó, los gritos de dolor perturbaron a todos. 

Kiri-nin. Primera persona.

Me arrastró por el largo pasillo, todo estaba a oscuras, había uno que otro ninja de Iwagakure, eso me pareció raro, tendría que decirle a mis hermanos después. 

Doblamos varias veces, sabía que trataría de advertirles a mis hermanos de todo, en uno de eso entramos a una habitación. Comencé a temblar como una hoja al viento. 

Me agarró las manos y me tiró sobre la cama, me moví para zafarme pero conseguí una cachetada en mi cara. 

—Escucha pequeña puta, a partir de ahora me harás caso y serás mi diversión hasta que no sirvas—.

Dicho eso se desvistió hasta quedar en ropa interior, yo comencé a temblar peor, con su mano tocó mi parte baja, metió un dedo y comenzó a moverlo rápidamente, lágrimas comenzaron a caer de mis ojos, esto dolía mucho, se sentía extraño. Metió un segundo dedo y lo comenzó a mover para dilatar mi entrada, yo no aguante más y moje su mano con mis fluidos. Su cara se volvió seria, tenía miedo. Me hizo ponerme boca abajo y metió su miembro en mi interior. La brusca acción hizo que gritara fuerte y siguiera llorando, esa acción lo hizo enojar ya que dio vuelta y tapó mi boca con su enorme mano y siguió embistiendo con brusquedad, me dolía mucho mi parte baja, me estaba partiendo a la mitad. Poco le importó y siguió hasta que derramó su ser dentro de mi. Pensé que así me dejaría pero no, tomó un trago de alcohol y siguió. 

No sé cuánto tiempo estuvo abusando de mi pero no sentía mi cuerpo, antes de caer en la inconsciencia me llevó de nuevo hasta las celdas y me tiró enfrente, mi cuerpo era irreconocible, moretones, cortadas y cubierta de semen. 

Sentí el duro suelo, abrí un poco mis hinchados ojos, vi a mis hermanos tratando de salir y buscarme, pero sabía que no sería así, al menos le agradezco que me deje verlos antes de morir. Sin dudar sacó un kunai y lo pasó por mi garganta. 

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Hima se agarró los pelos en desesperación, si no hacía nada ella y las demás chicas serían las siguientes. 

Sus esperanzas de salir con vida de ahí iban en picada, y con lo que acaba de pasar la desesperación la dominó por completo. Idiota de su parte ya que siempre le enseñaron que tenía que mantener la calma porque sino seria su perdición y la de sus compañeros. Pero ahora mismo no podía calmarse. 

Su compañera sintió la desesperación que la peliazul sintió así que se acercó a ella y la abrazo para tratar de calmarla. 

Nadie sabía si habían pasado horas, días o semanas, pero el movimiento de arriba le indicaba que había pasado mucho tiempo. 

Himawari Uzumaki-NamikazeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora