Capítulo 8

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Damyan se asustó al ver el rostro de Gael observando la foto de Tara. Desprendía odio, mucho odio. Apartó rápidamente el móvil evitando que pudiera seguir mirándola.

—¿De qué la conoces? —le preguntó.

—¿No te ha hablado de su pasado? Ten mucho cuidado con ella, está loca.

—Estás confundido, no debe de tratarse de la misma persona.

—Nunca podré olvidar su cara, esa mujer es peligrosa.

—¿Y lo dice un hombre que ha estado en la cárcel y ahora está esposado en la cama de un hospital, vigilado por un policía?

—¡Por su culpa estoy aquí! —gritó con rencor—. Es una mentirosa, y estar con ella no te traerá nada bueno en la vida. Quizá termines aquí como yo.

—No sabes de lo que estás hablando.

—Más vale que solo la utilices para follar...

Damyan cerró los puños dispuesto a romperle la cara, pero se frenó al ver que el policía se había levantado al darse cuenta de sus intenciones. Mandó callar a Gael y se quedó observando a ambos.

—Seguro que no te ha dicho ni su verdadero nombre.

Damyan se alejó, no quería seguir teniendo esa conversación con aquel hombre. Le inquietaba su mirada y la forma en la que hablaba de Tara.

—Ariadna. Llámala así, responderá inmediatamente.

Sin mirar atrás Damyan salió de la habitación y se alejó a toda prisa de allí. Se sentía como una estúpido por haberle enseñado la foto. Nunca pensó que tuviera ninguna relación con él. Recordó cuando la vio en aquella habitación; siempre creyó que en el fondo había ido a buscarlo a él, pero se arrepintió y se fue. No fue así, a quien iba a ver era a Gael. ¿Por qué? Lo asustaba el odio que había visto en sus ojos, la rabia con la que hablaba de ella.

De nuevo se recriminó lo torpe e imbécil que había sido. Sentía que por su culpa ahora ella estaba en peligro, aunque ese hombre estaba vigilado y cuando se encontrara mejor volvería a la cárcel. Aun así, le parecía peligroso. Ese tono amable y bromista que utilizaba con todos cambió radicalmente cuando vio la foto.

Tendría que advertirla de todo esto; seguro que no se lo tomaría nada bien, pero debía decírselo. Había sido un irresponsable. Si quisiera podría averiguar qué había hecho ese hombre, pero necesitaba que ella se lo dijera, que confiara en él. Tenía que abrirse y contarle todo. ¿Y si él la había apuñalado y por eso tenía aquella cicatriz? ¿Sería esa la razón de que estuviera preso?

Todas estas preguntas se las tendría que responder Tara. Ni por un momento creía nada de lo que le había dicho Gael. ¿Que ella era peligrosa? Y el maldito decía que era la culpable de que él estuviera allí. No le gustaba nada aquel hombre. Le diría a Alberto que lo tratara él, no quería volver a verlo. Si no se hubiera encontrado ese policía en la habitación le habría roto la mandíbula y lo habría dejado en coma de nuevo, lo cual, pensándolo bien, no habría estado nada mal.

                                                                                                      ***

Tara recibió su llamada. Habían quedado para verse después. Se suponía que esta vez irían a casa de Damyan, tenía curiosidad por conocerla, pero él le dijo que prefería volver a quedar en su casa. Estaba algo extraño y en su voz notó que estaba preocupado. Se inquietó cuando él le dijo que tenían que hablar y esperaba que no le hubiera ocurrido nada grave. Le gustó que la noche pasada él respetase que no quisiera hablar de cómo se hizo esa cicatriz.

No he acabado contigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora