Capítulo 16

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Damyan se inquietó al escuchar a su hermana.

—¿Qué ha ocurrido?

Tara vio que él asentía, le preguntó dónde estaba y colgó.

—Lo siento, tengo que irme. Mi madre está en urgencias, no sabemos muy bien por qué. Se ha mareado y se ha quedado inconsciente. Le están haciendo pruebas.

—Claro, debes ir a verla. No te preocupes, cogeré un taxi.

—No, el hospital está cerca de aquí. Si no te importa vamos juntos.

No quiso insistir; se le veía tan preocupado que accedió a ir con él. Por un lado no quería implicarse más en su vida, porque quizá pronto tendría que alejarse y cuanto más lo conocía más difícil le resultaba separarse de él, pero decidió no decirle nada. Se quedaría a su lado, no quería preocuparlo más.

Ambos se refrescaron en el lavabo del vestuario, se cambiaron de ropa y se fueron. Cuando llegaron al hospital ya estaba allí su hermana y acababa de salir el médico a informarles. Le confirmó que había sido una bajada de potasio, seguramente debido a las pastillas que tomaba para la tensión alta. La tendrían en observación, pero no era nada grave. Al escuchar aquello ambos se relajaron.

Tara estaba detrás de él. Permanecía muy callada, no quería molestar, pero en ese momento Paula la miró y Damyan se dio cuenta de que no había hecho las presentaciones.

—Paula, esta es Tara. —Se dieron dos besos.

—Encantada. Ya era hora de que conociera a alguna de tus novias.

Él la ignoró y mirando a Tara le dijo:

—Voy a entrar a verla, ¿me esperas?

Ella asintió.

—Hermanito, no dejan entrar a más de una persona y papá está dentro.

—No hay problema, me voy a colar. —Guiñó un ojo a Tara y se fue dejándolas solas.

En ese momento se sintió algo incómoda por quedarse a solas con la hermana de Damyan. No se conocían y no sabía qué decir. Intentó ser lo más amable posible.

—Me alegro de que no haya sido nada.

—Sí, menudo susto que nos hemos dado. Ven, vamos a sentarnos. —Paula la cogió del brazo y se fueron andando juntas hacia una pequeña sala de espera donde estaban los familiares de los pacientes.

Por extraño que pareciese, a Tara no le incomodaba que ella la agarrase. Se parecía a Damyan, con la única diferencia de que ella tenía los ojos azules en vez de oscuros, la nariz chata y los labios algo más finos. Tenía cara de pícara.

—¿Qué tal con mi hermano? Cuéntame, él nunca me dice nada de sus novias.

—¿Qué quieres que te cuente exactamente?

—Lleváis mucho tiempo, ¿no?

Abría mucho los ojos, prueba de lo muy interesada que estaba en la respuesta. Parecía emocionada por conocer a la conquista de su hermano y en el fondo eso a Tara le hacía gracia.

—No, no mucho.

—Qué raro... —dijo frunciendo el ceño.

—¿Por qué?

—Me extraña que te haya traído al hospital. Nunca ha hecho algo así, por eso pensé que llevaríais más tiempo. Para que haya decidido traerte hasta aquí... —Se acercó más y le dijo en voz baja—. Él sabe lo cotilla que soy.

Tara sonrió.

—Bueno, nos encontrábamos cerca y estaba preocupado porque no sabía qué le había ocurrido a vuestra madre, seguramente me ha traído por eso.

No he acabado contigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora