Gael iba andando por la calle con la capucha puesta, las manos en los bolsillos y concentrado en su plan. Estaba cansado de pasarse el día sin hacer nada en casa de Melinda y ya no podía esperar más, necesitaba ver a Ariadna, a Tara, como demonios se llamase ahora. Iba a deshacerse de ella y luego escaparía, se iría lejos, a algún país en el que nadie pudiera encontrarlo. Todavía tenía que esperar, pues era arriesgado atacarla: seguía estando muy vigilada y a él aún lo estaban buscando. Lo mejor era dejar que se enfriara un poco todo. Buscaría algún negocio sucio para ganar dinero rápido y así rehacer su vida. Sería difícil, ya que Igor también seguía sus pasos; ese tipo tenía mucho poder entre las mafias, pues, aunque la organización criminal que dirigía no era muy grande, él sabía manejar muy bien sus negocios y mantener los contactos adecuados. Igor sí le daba miedo. Sabía que si lo encontraba lo mataría.
Se había prometido a sí mismo que antes de tomar ninguna decisión y desaparecer, ella debía morir. No paraba de pensar en aquella mujer de forma obsesiva, deseaba ver la tensión en su rostro, el miedo en sus ojos, el pánico en el momento exacto en el que perdía la vida. Quería hacerla sufrir y ya sabía cómo.
Subió las escaleras del portal; se sentía cansado, no quería volver a encerrarse entre aquellas cuatro paredes y había ido a dar una vuelta a la manzana porque se estaba volviendo loco allí dentro. El ambiente en aquel apartamento lo agobiaba, aquella prostituta no hacía más que intentar complacerlo; Gael sabía que la mujer sentía asco cuando él la tocaba y aun así se entregaba de forma sumisa y obediente.
Justo cuando iba a girar hacia la izquierda, donde estaba la puerta del apartamento de Melinda, los vio. Había dos hombres grandes y fornidos haciendo guardia. Gael se escondió justo a tiempo, antes de que lo descubrieran. «Mierda», pensó. Oyó los gritos de una mujer: estaban golpeando a Melinda para sacarle información. Eran los hombres de Igor, lo habían encontrado.
Sin hacer ruido, bajó corriendo las escaleras.
En ningún momento se le pasó por la cabeza ayudarla. Seguramente la matarían, pero le daba igual. Sería una persona más que había utilizado en su vida, él solo pensaba en sí mismo y así seguiría siendo. Era lo mejor.
Todo se había complicado y tendría que llevar a cabo su plan mucho antes de lo que había pensado hacerlo.
***
Igor colgó el teléfono muy cabreado, la muy puta no había dicho nada importante. Sus hombres llevaban varias horas en el apartamento y ni rastro de Gael. Quizá se había dado cuenta de que estaban allí y había huido. Encendió un cigarrillo y miró por la ventana de su despacho. Pensó que todos eran una panda de inútiles. Al estar en busca y captura, debía obrar con mucho cuidado para que no dieran con él, por lo que tenía que mantenerse alejado y dejar que otros hicieran ese trabajo. Pero lo de Gael era algo personal y mantenerse apartado cada día le cabreaba más. La ironía era que tanto él como Gael estaban siendo perseguidos. Pero una cosa tenía clara: él lo encontraría antes que la policía y lo despellejaría vivo.
Estaba claro que su intención era ir a por Tara. Esa mujer lo obsesionaba y por eso mismo en algún momento cometería un error. Gael quizá sospechaba que él también la tenía en el punto de mira, pero lo que no podía imaginar era que en cuanto se pusiera en contacto con ella le tenderían una trampa. Era una mujer valiente, con carácter, le caía bien, aunque eso no iba a impedirle matarla sin sentir el más mínimo remordimiento.
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No he acabado contigo...
Romance"Tara no le conoce, no sabe su nombre y aun así se deja llevar por la pasión en aquella sala de cine. Todo comienza como una erótica fantasía, pero se transforma en algo obsesivo. Lo que pensó que sería un simple juego, se convertirá en algo peligro...