Capítulo 1

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 Tara estaba comprobando la cartelera. Había una película que le llamaba bastante la atención, y recordó que el tráiler le había parecido muy interesante, pues se trataba de una mujer que se iba cargando a los tíos por una cuestión de venganza. Podía parecer la típica película, pero siempre le habían gustado las mujeres fuertes e independientes.

 Sonia todavía no había llegado y tampoco le cogía el teléfono. Tara estaba un poco nerviosa porque faltaba menos de media hora para que empezara la película, aunque, pensándolo bien, tampoco le importaba mucho no verla. A su amiga solían gustarle las romanticonas, y aunque ella no tenía nada en contra de ese género, esta en concreto tenía pinta de ser bastante dramática. No sabía por qué se empeñaban en hacer películas así, ¿qué tenía de bonito que al final se separaran o que los protagonistas lo pasaran fatal? Bastantes cosas malas había en la vida real como para verlas también en el cine.

 En ese momento sonó el teléfono:

 —Tara, el muy cabrón de mi jefe me ha dicho que me tengo que quedar a trabajar hasta el cierre, hay demasiada gente en el bar. No he podido llamarte hasta ahora. —La voz de Sonia sonaba bastante cabreada.

 —Será capullo, siempre te hace lo mismo. Estoy deseando que lo mandes a la mierda.

 —Te puedo asegurar que en mi mente está rebozado en ella. —Tara se rio.

 —Bueno, no te preocupes, quedamos otro día para ver la película.

 —¿Vas a esperar para verla conmigo?

 —Sí, cogeré algo para cenar y me iré a casa.

 —Siento no haberte llamado antes, me lo ha dicho a última hora y después el muy capullo no me quitaba el ojo de encima. Pero en fin, tal como están las cosas no puedo permitirme dejar este trabajo.

 —Lo entiendo, vuelve a trabajar, no vaya a ser que te diga algo. Un besazo, mañana hablamos.

 Ya era tarde, tenían pensado ir a la sesión de las once y media. Al trabajar en un bar, su amiga casi siempre salía de noche. Volvió a fijarse en la película que le gustaba, comenzaba en veinticinco minutos. No había mucha gente a esas horas, era viernes y en agosto Madrid estaba medio vacío. Se disponía a marcharse, pero lo pensó mejor. Nunca había ido al cine ella sola, pero no le apetecía volver a casa y, al fin y al cabo, iba a hacer lo mismo: ponerse el pijama, cenar algo y ver una película.

 Se decidió y, sin pensarlo más, se fue hacia la taquilla. Había dos personas delante de ella; mientras estaba buscando el monedero en el bolso se sintió observada y notó un cosquilleo en la nuca. Cuando encontró el monedero, se volvió y se quedó paralizada.

 Detrás de ella estaba el hombre más atractivo que había visto nunca: alto, fuerte, y con los ojos profundamente oscuros e intensos. Él la miró fijamente y un brillo extraño se reflejó en sus ojos. Un escalofrío la atravesó, pero no era miedo. Deseo..., sí, eso fue lo que sintió. Se dio la vuelta de nuevo.

 La chica de la taquilla le estaba hablando, Tara se dio cuenta y volvió en sí. Le dijo la película que quería ver. Seguía sintiendo su presencia detrás de ella, cada vez estaba más nerviosa y no entendía el motivo.

 —Nueve euros —reclamó la taquillera.

 «Madre mía, nueve euros. Me habría salido más barato ver la película en casa», reflexionó Tara.

 Cogió la entrada y siguió andando hacia el cine. Se moría de ganas de volverse a mirarlo, pero no debía hacerlo, así que prosiguió. Le dio la entrada al chico de la puerta y avanzó por el largo pasillo. No desaparecía esa inquietud de su cuerpo.

No he acabado contigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora