Capítulo 22

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Se mantuvieron abrazados durante unos minutos. Él le acariciaba el pelo mientras que Tara le pasaba la mano por la espalda. Tara quería quedarse así para siempre, pero debía irse. Se apartó de él y ambos se vistieron. Cuando iba a salir por la puerta, se detuvo y dejó la mano en el pomo. Se dio la vuelta y lo miró.

—¿Qué ocurre? —preguntó él.

No sabía cómo decírselo, cómo explicarle exactamente lo que sentía. Estaba algo nerviosa y, por un momento, pensó que no tenía capacidad ni de expresarse.

—Verás... yo... —Se mordió el labio y miró hacia abajo—. Solo quería que supieras que eres muy importante para mí.

Damyan levantó una ceja y se cruzó de brazos. Le parecía gracioso que le costara tanto expresar sus sentimientos. Asintió respondiéndola. Ella lo abrazó y continuó:

—Bueno, creo que lo sabes, pero eres lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Gracias por estar ahí.

Se dio la vuelta y fue a abrir la puerta, pero él apoyó la mano y la cerró. Tara se volvió a mirarlo.

—¿Ya está? —preguntó Damyan con media sonrisa en los labios—. ¿Tanto te ha costado decirme eso?

—Yo no soy igual que tú. A mí me cuesta más abrirme.

—Si crees que no tenía miedo cuando te dije que te quería, te equivocas. Si crees que no me asusta el acercarme más y más a ti, también. No pienso esconderme ni ocultarme tras una coraza. Quizá en el futuro sufra por ello, pero me atendré a las consecuencias. Si tú no sientes lo mismo, yo...

—Ahora te equivocas tú —lo interrumpió—, aunque no pueda salir esa palabra de mis labios, nunca había experimentado algo así por nadie.

Damyan la cogió de la mano y acarició su muñeca.

—Eso es lo único que necesitaba escuchar.

Le dio un breve beso y se fueron de allí. Se dirigieron a la salida agarrados de la mano. Tara no podía dejar de pensar que quizá era la última vez que lo tomaba de la mano. Se despidió de él besándolo intensamente, le daba igual la gente que había alrededor, quería conservar ese contacto en su memoria.

—¿Va todo bien? —preguntó él.

—Sí, tranquilo —Forzó una sonrisa.

—¿Esta noche nos vemos?

—No, estoy muy cansada y prefiero acostarme pronto y descansar.

Damyan la observó. Tara sabía que no la creía, pero no iba a decirle la verdad. No podía contarle que esa misma noche quedaría con Gael y que esperaba poder salvar a Sonia y estar viva a la mañana siguiente. Para bien o para mal, deseaba que fuera la última vez que le mintiese. Cuando se alejó, él la llamó.

—Tara. —Se dio la vuelta—. Ten cuidado.

La penetrante mirada y cierta tensión en su rostro le hicieron darse cuenta de que él sabía que algo iba a ocurrir. Asintió sin decir nada y se alejó de allí a toda prisa.

Damyan no podía moverse. Se quedó mirando la puerta por donde se había ido. Tenía que hacer algo, iría a cambiarse y después la seguiría. Ni por un momento se había creído lo que le había dicho.

En ese momento, alguien le golpeó suavemente en el hombro, se dio la vuelta y vio a Alberto.

—¿Todo bien, amigo? —preguntó su compañero.

—No estoy seguro.

—Espero que no te haya importado, pero Tara me preguntó por ti, quería saber dónde estabas y le dije que podía encontrarte en el vestuario.

No he acabado contigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora