Capítulo 21

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Damyan se despertó y ella no estaba a su lado. Escuchaba ruido de platos y vasos que parecía proceder de la cocina. El olor a tostadas hizo que le rugiera el estómago. Miró el despertador; aún quedaban diez minutos para que sonase la alarma.

Se levantó, se puso los vaqueros y fue hacia la cocina.

—Qué bien huele —le dijo a la vez que rodeaba su cintura y la besaba en el cuello. Ella le acarició la nuca sin girarse—. ¿Has dormido algo?

—La verdad es que no mucho. —Se dio la vuelta y lo miró.

—Tranquila, vamos a hacer todo lo posible para que esto salga bien.

—¿Vamos?

—Sí, no creas que voy a mantenerme al margen. Si Gael se vuelve a poner en contacto contigo deberás decírmelo.

Tara se apartó de él acercándose al microondas para coger los cafés. No le contestaba. Puso las tostadas en el plato y las colocó en la mesa. Ambos se sentaron en la pequeña mesita que había en la cocina.

—Hoy trabajas, ¿no? —preguntó Tara.

—Bien sabes que sí. No desvíes el tema.

Ella lo miró. Se la veía cansada y en su rostro se reflejaban la tensión y las preocupaciones.

—Damyan, no te prometo nada. Intentaré hacer lo que sea más correcto para todos.

—Sé muy bien lo que es correcto para ti. Echarte todo a tus espaldas y no contar con nadie.

—¿Podemos hablar de otra cosa? Por favor.

Él percibió la angustia y la súplica en su voz.

—¿Nos veremos esta noche? —preguntó accediendo a cambiar de tema.

—Cuando salga del trabajo te llamo y te digo algo.

A Damyan no le gustó aquella respuesta, sabía que intentaba alejarse por si Gael la llamaba para que se encontraran. No le dijo nada, pero estaría pendiente de ella.

—Debo irme, gracias por el desayuno. —Se levantó y le dio un beso—. Espero tu llamada.

Tara asintió. Minutos después escuchó la puerta cerrarse. Se había quedado sola, no quería pensar demasiado, por lo que se dio una ducha, se vistió rápidamente y fue al coche.

                                                                                    ***

Gael ya no aguantaba más. Esa misma noche se llevó a Sonia al almacén abandonado donde planeaba encontrarse con Tara. Lo conocía desde hacía tiempo y seguía en las mismas condiciones. Afortunadamente no había ningún mendigo ni okupas por allí. Había pertenecido a uno de los pobres diablos a los que prestó dinero de Igor y nunca pudo devolvérselo. Como venía siendo habitual, quien no pagaba solo tenía una manera de acabar: muerto.

Tenía que llamar a Tara, no podía dejarle mucho tiempo para que se pensara las cosas, si lo hacía podía cometer alguna estupidez, como contárselo a la policía. Además, cuanto más tiempo estuviera desaparecida Sonia, más peligroso sería.

La mantenía drogada para no escuchar sus suplicas y llantos. Le había robado las drogas a Melinda, la prostituta, y lo cierto era que le venían de perlas para tener a Sonia calmada y dormida. Le costó sacarla del apartamento y se dijo que se estaba arriesgando demasiado, pero no lo dejaría hasta que no viera a Tara muerta.

Se había mantenido bien escondido, y aun así Igor había descubierto que se ocultaba en casa de Melinda. Tenía que actuar rápido o también lo encontraría y eso sería mucho peor que la cárcel. Aunque si lo pensaba, tanto si volvía a la cárcel como si se encontraba con Igor estaría muerto en ambos casos.

No he acabado contigo...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora