Capítulo 10

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Entramos al hogar de Diego y Luther se apresuró para dejar al adolescente, aún dormido, sobre la cama mientras yo bajaba de la espalda de mi hermano.

Diego:— Míralo, si no supiera que es tan cabrón diría que se ve adorable cuando duerme.—

Luther:— Descuida, pronto se pondrá sobrio y volverá a su desagradable estado natural.—

Diego: — Bien, ahora, ¿qué tal si nos cuentas de esos enmascarados?—me preguntó.

_____:— Primero hablaré con Cinco, cuando termine les diré lo que sea que quieran saber.—

Diego iba a hablar, seguramente para oponerse a la idea pero Luther lo detuvo.

Luther:— Solo hay que esperar a que él despierte.—

Diego:— No puedo esperar tanto, debo averiguar que los conecta a esos lunáticos antes de que muera alguien más. Y ella no hablará ahora, así que.—

Luther:— Oye, todo eso que dijo antes, ¿a qué se refería?—me preguntó.

_____:— Dije que quiero hablar con él antes.—respondí haciendo referencia al uniformado.

Diego se acercó con cautela a la puerta, mostrando señas que pedían silencio.
Abrió la puerta bruscamente y apuntó con una de sus armas.

Al:— Si me lanzas uno más de esos malditos cuchillos, voy a presentar cargos.—se apresuró a hablar un hombre de apariencia un poco mayor.

Diego:— ¿Qué quieres, Al?—

Aquel hombre y mi hermano comenzaron a hablar, y Luther volteó hacia mi.

Luther:— ¿Segura que estás bien?—

_____:— No es grave, probablemente para mañana estaré mejor.—contesté.

Al:— Me dijo, que te espera en ese motel de la calle Calhoun.—

Diego:— ¿Cuándo?—

Al: — Hace como media hora. Dijo que encontró a tu hermano.—

Los tres miramos a Cinco algo confundidos, poco después recordé que Klaus seguía en ese lugar.

_____:— Klaus.—
Diego:— Klaus.—
Luther:— Klaus.—

Mencionamos al unísono.

_____:— Lo olvidé.—puse mi mano sobre mi frente— Carajo. También tengo que encontrar a Henry.—

Diego caminó fuera del cuarto, aparentemente para ir hacia el motel. Luther lo siguió.

_____:— Yo iré.—traté de ponerme en pie, pero el grandote me devolvió al asiento.

Luther:— No, no, no. Quédate aquí, descansa un poco y cuida de Cinco, nosotros los buscaremos.—

Era una buena oportunidad de hablar con el adolescente sin interrupciones y tenía el apoyo de mis hermanos, así que guardé silencio como respuesta. Ambos se fueron y yo observé a Cinco.

Su rostro que veía en completa tranquilidad, no mostraba esa preocupada expresión que llevaba todo el tiempo. Su cara tenía algunas manchas de polvo y su cabello se encontraba desordenado. Las facciones de Cinco eran realmente bonitas, en especial sus ojos, en algún momento tuve esa extraña atracción por su apariencia y arrogante forma de estar un paso delante de todos, jamás lo confesé a nadie, por lo que me era fácil evitar tales pensamientos, incluso llegar a olvidarlos. Hasta Allison llegó a sospechar de algún gusto de mi hacia Cinco, pero siempre le daba a saber que no era lo que ella creía.

Dudosa acerqué mi mano a su mejilla derecha y quité lo que pude de polvo, cuidando de no despertarlo, poco después ese intento de apartar la suciedad se convirtió en un constante y delicado toque. El rostro de Cinco estaba frente a mi y yo no pensaba con claridad.

Me Confundes, Hargreeves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora