Capítulo 22

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Me teletransporté dentro de la fábrica y abrí la puerta sin esfuerzo alguno desde adentro.

Diego:— Ah, claro, siempre olvido eso.—

Diego entró y yo salí con el adolescente.

_____:— ¿Era solo la voz de papá la que oías?—le pregunté, recordando que el primer día en que apareció mencionó algo de haber tenido que hacerle caso al viejo, y a mi.

Cinco:— ¿Qué pasa si digo que no?—devolvió la pregunta viéndome fijo.

_____:— ¿Yo también te decía "yo te lo dije"?—continué.

Cinco:— No, pero sí mencionabas algo muy parecido.—avanzó un par de pasos, acercándose a mi.

_____:— Supongo que lo siento.—me disculpé a medias, a lo que él negó y sonrió muy discretamente.

Cinco:— Nunca dije que me haya disgustado.—habló muy cerca de mi y luego se teletransportó dentro del edificio.

Reí, una vez más me había dejado sin saber que podía decir para contestar de vuelta.

_____:— Imbécil.—caminé tranquilamente hasta donde estaban mis hermanos, viendo todo a mi paso con el mayor detalle posible y encontrando a ambos hablando acerca del lugar.

Cinco:— Parece una fachada.—

Diego:— ¿Una fachada de qué?—

Cinco:— No lo sé.—

_____:— ¿Por qué todo lo que involucra a papá tiene que ser tan tétrico?— toqué uno de los cuadros con tono grisáceo, el cual tenía un montón de polvo acumulado.

Diego:— Iré por la izquierda. Griten si tienen problemas.—

Al parecer el complejo de líder de Diego no había desaparecido, por lo que no nos dejó más que ir por la puerta de la derecha.

Cinco trató de abrir una de las puertas en el corredor, pero esta estaba cerrada. Yo avancé por el pasillo esperando tener mejor suerte que él, aún así, no conseguí nada. En cambio solo me di cuenta de que Cinco ya estaba dentro de una de las tantas habitaciones por la poca luz que salía del lugar.

Me acerqué y lo hallé revisando todos los documentos.

_____:— ¿Encontraste algo?—

Antes de que pudiera contestarme, un ruido de produjo no tan lejos de donde nos encontrábamos.

Lentamente nos acercamos al lugar de dónde provenía el ruido.

Me puse alerta, por si en cualquier caso teníamos que actuar.

Realmente esperaba algún tipo de trampa planeada por el viejo, pero no fue así. Dejé la guardia abajo cuando vi salir a un pequeño chimpancé de un pequeño espacio al fondo del cuarto, apenas iluminado por una de las lámparas.

Cinco estaba igual de sorprendido que yo.

Estábamos en la fábrica de Reginald Hargreeves, por lo que ese no era nadie más que Pogo.

Cinco:— Hola. Pogo, hey.— se acercó al animal, inclinándose frente a él— Está bien, amiguito.—

Cinco se mostraba extrañamente alegre de ver a Pogo.

Miré la escena con detenimiento.

Cinco:— Pogo, que gusto verte.— trató de acariciar al chimpancé, pero justo al instante en que acercó su mano fue arañado, tanto así que cayó de lado sobre el suelo y a Pogo le dio bastante tiempo para gritar y romper una de las ventanas para escapar.

Me Confundes, Hargreeves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora