Capítulo 33

700 53 5
                                    

Luther estaba ahí, y para nuestra mala suerte, era el único cuerdo además de Cinco y yo, nuestros otros tres hermanos no llegaban, teníamos ocho minutos para irnos, el maletín listo en mano y a un Klaus que no paraba de quejarse tirado, y seguramente ebrio, en el suelo.

Luther:— ¡Queda un minuto!—gritó golpeando con fuerza el contenedor de basura justo frente a él.

No culpaba su enojo, todos ahí nos sentíamos bastante desesperados.

Todos excepto Klaus, por supuesto.

Klaus:— ¿Qué es todo esto, chicos? ¿Vamos a alguna parte?—preguntó con voz débil mientras se removía inquieto.

De la nada había llegado haciendo un alboroto, luego expulsó lo que parecían ser sus meriendas de los últimos siete días y ahora estaba acostado a un lado de su desagradable escenario, como si estuviese a punto de caer inconsciente.

Cinco:— La tarea era simple, era muy simple, ¿Sí?—dijo caminando de un lado a otro, apretaba los puños y hacía ademanes molestos con cada palabra— Solo teníamos que estar aquí, ¿Luchamos contra un enorme monstruo marino? No, ¿Un ejército de mutantes? ¡Nein!—claramente era el más afectado con nuestra actual situación.

_____:— Treinta segundos.—anuncié viendo por última vez el reloj en mi muñeca, el cual quité y lancé en algún lugar del callejón, ya no había nada que pudiéramos hacer. Ni siquiera Diego estaba con nosotros.

Debimos raptar a Vanya y traerla cuando tuvimos la oportunidad.

Luther:— No puedo creerlo.—habló corroborando el tiempo con ayuda de su reloj.

Cinco:— ¡Estaba servido en bandeja de plata!—seguía alegando.

Klaus:— ¿Puedes gritar un poco más suave? Me late la cabeza.—hizo un esfuerzo por sentarse solo para quejarse de los gritos de Cinco y tapar sus oídos con ambas manos.

Cinco— Escúchame, inútil vicioso,—se acercó amenazante— arruinamos nuestra oportunidad de salvar al mundo.—

El maletín comenzó a emitir un alertante y muy agudo sonido, esa era la inconfundible señal de que el portal que nos llevaría a casa estaba a nada de abrirse.

Diego, Allison y Vanya no llegaron, no nos iríamos sin ellos.

Completamente rendida deje mi cuerpo descansar en la pared detrás de mi y observé el objeto de color negro y sonido irritante sobre el piso.

Luther:— Mierda.—

Cinco tomó el maletín y sin esperar más tiempo, lo lanzó al aire para evitar que alguno de nosotros acabara desapareciendo junto con el.

_____:— Estuvimos cerca.—

Cinco:— Tan cerca.—afirmó con la voz agitada.

---

_____:— Cinco, sal de ahí.—pedí al otro lado de la puerta, ya que Cinco básicamente había mandado al diablo a todo y todos para luego encerrarse en una habitación del apartamento que le pertenecía a Elliott— Sabes que puedo entrar, ¿No?—

Al no obtener respuesta de su parte me teletransporté dentro del cuarto, encontrando al adolescente sentado en una esquina de la cama que se encontraba en la habitación.

No levantó la mirada ni mucho menos, simplemente permaneció en su actual posición, tenía ambos brazos recargados en sus piernas y  sus manos estaban entrelazadas, su visión apuntaba al suelo y el ceño fruncido me hacía saber que sus pensamientos eran un lío.

_____:— ¿Te sientes más relajado o aún debo preocuparme por evitar que le arranques los brazos a Diego?—pregunté llegando a su lado y tomando asiento junto a él.

Me Confundes, Hargreeves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora