Capitulo 27

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Cinco era un idiota, un completo idiota.

Extendí un poco mi manga para limpiar los pequeños restos de lágrimas, las cuales durante los últimos instantes evité que salieran de mis ojos y continué con mi camino, el cual no sabía a dónde me llevaba exactamente.

Ya no iba al departamento de Elliott. Cinco iría ahí y por supuesto, ambos estábamos enojados con el otro, si mis hermanos aún seguían reunidos, serían muy incómodas las preguntas que se desatarían por la posible tensión que habría entre él y yo.

Empezaba a considerar la idea de pasar el resto de la noche en algún hotel cerca, sería algo fácil entrar sin ser vista y hallar alguna habitación libre, de cualquier forma ya no tenía ningún tipo de conexión con Jack Ruby como para llegar al club sin avisar, tal y como lo hice en ocasiones anteriores.

Seguí caminando con la mirada baja, fue así hasta que el sonido de un carro estacionarse justo a un lado de mí me hizo parar. Observé el vehículo y a un hombre de edad un tanto avanzada bajar de este. Era un vehículo bastante elegante, por lo que la sotisficada vestimenta del señor no fue una sorpresa.

Él se dirigía hacia mi con seguridad, revisé el interior del automóvil, pero no había nadie más, así que no tuve que ponerme muy alerta por la presencia del hombre. Cuando estuvo frente a mi, de forma lenta tomó algo por debajo de su saco y pronto pude visualizar un sobre de tono café que me extendió de inmediato. Sin mucha confianza recibí el sobre y sin decir una sola palabra, aquel tipo se marchó.

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"Yo, Reginald Hargreeves, requiero su compañía para una cena liviana el 20 de noviembre de 1963 a las 7:30, 1624 de la calle Magnolia."

Leí el corto párrafo de aquella hoja que contenía el sobre, mientras tomaba un poco de café acompañado de un delicioso pan francés. Era claro que debía ir, seguro los demás también habían recibido esa invitación, iba a estar en ese lugar a la hora exacta, aún si Cinco decidía no ir a la reunión.

Dejé la carta en la mesita de noche y seguí comiendo. Klaus vivía en un lugar lleno de completos lujos, no sabía cómo, pero tampoco pensaba cuestionarle nada.

En lugar de ir a un hotel cualquiera en las calles de Dallas, terminé llendo a visitar a mi querido hermano, sabía dónde vivía gracias a su mención acerca de una extraña secta, creada por él, personas a quienes llamaba "hijos del destino". Solo me bastó llegar y decir mi parentesco con Klaus para que mostraran sus respetos hacia mi y los buenos tratos, como la comida a la habitación, empezaran. Eran personas realmente agradables, no pensaba quejarme.

Klaus estaba afuera, durante toda la mañana no hubo un solo minuto dónde lo dejaran tranquilo, desde que se acusó a sí mismo de ser un farsante todos le hicieron preguntas y también se autodenominaron "fraudes". Cansada de aún no poder hablar con él, me puse de pie para salir a buscarlo, pero antes de lograr acercarme a la puerta, el mencionado entró, con los ojos perdidos y un visible temor sobre los mismos.

Preocupada me acerqué para saber qué estaba sucediendo.

_____:— Klaus, ¿Qué ocurre?—tomé sus manos y comprobé mis ideas, estaba temblando, lo hacía en cada movimiento que ejecutaba, nerviosa lo ayudé a sentarse sobre la cama, claramente él se encontraba en una terrible situación.

Ese tipo de problemas en Klaus eran muy recurrentes en nuestra infancia. Los temblores que tenía, cada que llegaba llorando porque papá lo había vuelto a encerrar en ese oscuro cuarto durante la noche, era algo que yo recordaba perfectamente del ruloso.

Klaus:— Dave morirá, de nuevo.—

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Aparentemente Dave tuvo una pequeña charla con Klaus, y aunque mi hermano trató de convencerlo de no unirse al ejercicio, Dave ya estaba enlistado para ser parte de la siguiente embarcación.

Me Confundes, Hargreeves.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora