blue eyes | daiki aomine.

𝟎𝟏𝟒.

La tarde estaba en su punto más culmine en aquel caluroso día de verano, aunque prontamente las temperaturas empezarían a descender gracias a la noche y al otoño que amenazaba con presentarse en un par de semanas y empezar a teñir las hojas de los árboles de un lindo color anaranjado.

Así que estas fechas eran las últimas oportunidades para los que quisieran disfrutar el verano, no necesariamente para ir a alguna fiesta, sino que también para salir en la tarde a caminar y simplemente hablar de la vida o de alguna estupidez, tal y como lo hacían esos dos jóvenes que caminaban por las desoladas calles.

—Si hubiera sabido que solo veníamos a tu casa ni me hubiera bañado. . .

Los ojos de color azul que se asemejaban a preciosos zafiros escanearon delicadamente el cuerpo de su acompañante, no fijándose en su cuerpo, sino más en su atuendo, iba muy bien vestida, aunque hoy mostraba algo más de piel, cosa que no solía hacer, aunque sin perder ese estilo tan "suave" y característico de ella. Traía uno de sus usuales vestidos largos, aunque este solo tapaba sus rodillas y no llegaba hasta sus talones como era costumbre, pero eso no llamaba tanto la atención como su lindo escote en forma de corazón sin ser exagerado junto con las mangas hasta los codos. La tela era preciosa; de un color amarillo pastel con pequeñas flores rosadas. A Hoshi se le veía de maravilla y Aomine lo sabía.

—Si te sirve de consuelo. . . Yo también me bañe.

—Felicidades, ya hacía falta.

Los dos se miraron cómplices y rodaron sus ojos con una sonrisa antes de que la calle se inundará en un lapso de un cómodo silencio, aunque este no perdurará mucho ya que Aomine tenía cosas por decir y no se pensaba callar, como era de costumbre.

—Me gusta tu vestido. . .

Debía admitir que había elegido ese vestido pensando en él. Aunque llegar a esa decisión había sido algo complejo, incluso tuvo que llamar a Mizu y a Momoi para que la ayudaran, ósea estuvieron por lo menos una media hora hablando por video llamada hasta que mejor lanzaron a la suerte los más lindos, los cuales sabían que a Aomine le pudieran gustar.

—Gracias, fue el primero que encontré —mintió de la manera más descarada que pudo, haciendo que su labio temblará, pero para su suerte Aomine no la observaba—. A mi también me gusta como te ves.

Él se volteó a verla y ambos pararon solo para mirarse los rostros, dejando que el viento silbara en sus oídos y moviera con delicadeza sus cabellos. El momento era solo de ellos, nadie podría interrumpir ni molestar, nadie se atrevería a hacerlo.

Aomine no estaba acostumbrado a recibir cumplidos, bueno casi ningún hombre lo estaba, pero eso no es lo que hizo que frenará, pudo darse cuenta de la pequeña diferencia entre "Me gusta tu vestido" y "Me gusta como te ves". Tal vez si se diera cuenta de esos pequeños detalles con más frecuencia las cosas serían muy distintas.

—¿Por qué nos quedamos parados? Se nos va a derretir el helado —habló la muchacha interrumpiendo, sin querer, al moreno que seguro planeaba decirle algo lindo.

—Si se nos derrite es porque caminas muy lento —bufó y siguió caminando, escuchando los pasitos apresurados detrás de él.

Inmediatamente sintió un pequeño golpe en sus costillas seguido de un "auch" proveniente de la pequeña azabache, eso provocó las fuertes risas del más alto logrando que ella solo lo mirará con mala cara.

Las calles se hacían cortas mientras ellos hablaban, mejor dicho peleaban y se burlaban de sus estaturas, así fue hasta que llegaron a la casa del moreno, casa que se encontraba en completa soledad pues sus padres se habían estaban fuera del país por asuntos de trabajo como era costumbre.