𝟎𝟏𝟕.

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—¿¡Aomine!?

El rostro sorprendido de Hoshi no tiene precio; la forma en la que sus párpados se abren más de lo usual y sus cejas se fruncen sin comprender qué está pasando. Incluso podría apostar que la pobre está teniendo un cortocircuito en su cerebro intentando averiguar el porqué de su extraña visita.

—Quítate del camino y déjame entrar —el desinterés en sus palabras sorprenden aún más a la joven que lo mira ofendida cuando la empuja para irrumpir dentro de la casa como si fuera suya—. ¿Nunca te han dicho que no debes abrir la puerta sin ver quien es antes?

—¿Y a ti nunca te han dicho que debes avisar antes de ir a visitar a alguien? —contraatacó siguiéndolo hasta la sala de estar, observando cómo este se lanzaba al sofá haciéndolo crujir y subiendo los pies a la mesita de centro—. O mejor dicho... ¿A ti nunca te enseñaron a ser un caballero y hacer cosas tan básicas como pedir permiso y no sentarte como un animal? Aunque nunca he visto a un animal sentarse tan mal como tú...

—¿Estás despreciando mi visita? —dijo sin mirarla, por prestarle atención a la televisión; haciendo una mueca de disgusto al ver la película romántica que había elegido la azabache, cambiándola de inmediato a una de acción.

—No pongas palabras en mi boca, solo te estoy diciendo que deberías por lo menos avisarme, para poder vestirme al menos —hablo mientras se masajeaba la sien, captando la atención del moreno que primero la miró de reojo antes de voltear la cabeza.

Su cabello estaba atado en una cola de caballo, a su parecer muy improvisada y llevaba puesto un pijama de un color azul bebé que no tenía ningún diseño, la tela era tan delgada que podía ver el contorno de la ropa interior que llevaba puesta. Y su rostro no tenía ni rastro de maquillaje, dejando al desnudo sus ojeras y piel pálida igual a la de un fantasma.

—Igual tienes que vestirte porque no planeo quedarme aquí encerrado —se encogió de hombros y volvió a poner toda su atención en la película, haciendo que Hoshi frunciera sus cejas.

—¿¡Ves porqué te digo que tienes que avisarme antes!? —espetó, haciendo un esfuerzo por no perder la cordura, contó hasta diez antes de volver a dirigirle la palabra—. No tengo permiso para salir... Mi mamá salió a cenar con Ryo a no se donde y me dijo que debía quedarme estudiando.

No pensaba mencionar que estaba castigada, porque sabía que le preguntaría la razón del castigo y no quería contarle que su maestro mandó a citar a su madre por dormirse en clases y por bajar sus calificaciones, aunque ni siquiera era un cambio preocupante, para su madre sí lo era. Desencadenando varias peleas a lo largo de la semana, las cuales muchas no tenían sentido y por las que ambas estuvieron de mal humor toda la bendita semana.

—Entiendo lo del permiso, ¿pero estudiando? estudiando no estabas —sonrió orgulloso al ver cómo las mejillas de la azabache se teñían de un lindo color rojo—. ¿A qué hora va a volver?

—No lo sé, me dijo que no la esperara despierta —admitió rendida, porque pensándolo bien salir con Daiki era mejor idea que quedarse encerrada viendo películas románticas, quejándose de que esa "podría ser ella". Sin contar que hoy por alguna razón el moreno se veía más atractivo de lo que solía verse.

—Si no está no se dará cuenta, estaremos aquí antes de que vuelva. Así que vete a arreglar para que salgamos rápido, porque no tengo mucha paciencia.

Tenía un punto a su favor... Bueno, pensándolo bien todos los puntos estaban a su favor, así que no fue necesario para Hoshi pensar dos veces el hecho de subir a su habitación y darse una ducha rápida y buscar algo lindo para ponerse.

Mientras tanto Daiki tendría todo ese tiempo para darse una vuelta por la casa y apreciar ciertas cosas como las fotos en familia, los diplomas y medallas de las chicas; sin pasar por alto los cientos de diploma de la azabache: "premio para el mejor proyecto de ciencias" "reconocimiento por la mejor compañera" "primer lugar en danza artística" "primer lugar en el certamen de belleza, 'miss 7' del año 2010" y podría seguir hasta mañana, aunque el último le llamó muchísimo la atención, pues según lo que sabía, la madre de Hoshi no le permitía participar en concursos de belleza, aunque si se fijaba en la fotografía de al lado todo tenía más sentido: en la que estaba la ella sentada el brazo de su padre sostenido un trofeo y el diploma. Y por la sonrisa en el rostro de los dos era obvio que él la había metido al concurso sin que su esposa se enterara.

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⏰ Última actualización: May 07, 2023 ⏰

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blue eyes | daiki aomine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora