𝟎𝟏𝟑.

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Aomine miraba a Hoshi arqueando una ceja, la azabache ni siquiera se estaba molestando en escucharlo mientras leía las cartas de confesiones que les dejaban sus admiradores.

No me sorprende que tengas tantas. . . —murmuró con desgano, no estaba acostumbrado a que Hoshi lo ignorara, por lo general ella siempre lo escuchaba con toda la atención aún si estuviera hablando de la cosa más estúpida que se le ocurriera, le gustaba eso.

Pensándolo bien, le gustaban un montón de cosas de Hoshi. Solo que si le preguntaran quedaría en blanco pensando en cuál de todas las cosas nombrar primero, su pobre cerebro no podría con tanta información y donde no hubiera sido capaz de nombrar ni una sola, la gente creería que no le gusta nada y quedaría como un patán ya que ella las hubiera respondido con facilidad.

Aunque tal vez lo primero que nombraría sería su sinfín de bondad o aquella hermosa cualidad de escuchar a los demás sin juzgar y guiándolos por el camino que ella creía correcto, pero finalizando con un "pero es tu decisión" por si acaso esa decisión era errónea, con su toque de humor.

¿Disculpa, me dijiste algo?

Ni siquiera me estabas escuchando. . . ¡Y de nuevo me estás ignorando!

Tienes mi atención absolutamente las veinticuatro horas del día, los siete días a la semana, pero ahora alguien se dio el tiempo y la valentía de escribir sus sentimientos y eso es más importante que tú.

Él entrecerró sus ojos confundido recordando cuando ella le dijo "Prefiero ver la pintura de una pared secarse que verte a ti" literalmente cuando se encontraron de camino a la escuela.

No es que fuera metiche, pero quería saber quién tuvo el valor para declararse sabiendo que Hoshi lo rechazaría. Aunque él no tenía manera de saber si lo iba a rechazar o no, pero era obvio, Hoshi era muy linda para salir con cualquier idiota que se le declarara. Y él era consciente de eso.

Eso no quiere decir que la viera como a una mujer que estaría sola toda su vida con treinta gatos, ya que no encontró a el hombre que la merecía, de hecho la veía casada a los veinticinco, viviendo en una gran y hermosa casa, con dos o tres hijos junto con un gato y un perro. Ella tendría un trabajo estable o tal vez sería una hermosa dueña de casa, donde sus vecinas le tendrían envidia porque cumpliría cuarenta y seguiría pareciendo de treinta, con aquella piel blanquecina y tersa propia de ella, esa belleza y juventud que fuera a prueba de los años y sus maridos suspirarán cada vez que la ven.

Pero aquella visión no era propia de él, Momoi dijo que era muy probable que ella terminara así y pues por cierto lado le vio algo de verdad, pero él simplemente no podía imaginarse a Hoshi de adulta. No quería imaginársela casándose con otra persona y menos teniendo hijos.

¿Y qué imbécil se te declaró? dijo agachándose para leer al remitente de la carta—. ¿El capitán de fútbol? Va en tercer año, es un pedófilo. Dile que no.

El capitán de fútbol, era el típico chico por el cual todas y todos los estudiantes suspiraban. Tenía cabello castaño y lizo, unos lindos ojos de color miel, una sonrisa que robaba alientos y un físico para morirse. Pero el único detalle no era tan 'exclusivo'. En vez de verse como la pareja de Hoshi se vería más como otra de las conquistas del capitán.

La gente dice que haríamos una linda pareja.

No, porque el es un idiota y un fuck antes que pudiera terminar ella puso un dedo en sus labios haciéndolo callar.

No digas esa palabra. . . —dijo negando levemente con su cabeza y cerrando sus ojos.

¿Por?

blue eyes | daiki aomine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora