𝟎𝟏𝟓.

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Si Hoshi pudiera cambiar las cosas lo haría.

Cambiaría el hecho de estar enamorada de la persona que creía equivocada. Cambiaría el hecho de ser tan cobarde y de no poder acabar con esa amistad que tanto la lastimaba, solo por el miedo de salir herida o no poder vivir sin esa piel morena que tanto amaba, el hecho de vivir sin esa actitud arrogante y muchas veces malcriada le aterraba. Y cambiaría el hecho de estar sentada en la orilla de una cama que no era la suya.

—¿Dormiste bien? —él pregunta, como si no lo supiera. Su voz gruesa hace estragos en la mente de Hoshi, que por fin después de meses se ha dado un descanso como corresponde, después de meses batallando casi dos horas para dormir un par de horas en las cuales casi dormía con un ojo abierto o despertaba cada vez que tenía una pesadilla. Y Aomine lo sabe, sabe que durmió como un bebe entre sus brazos y que no despertó en toda la noche, la hubiera sentido de lo contrario, además había despertado en la misma posición en la recuerda haberse dormido.

El sol se había escondido y vuelto a salir con ellos dos abrazados en la misma cama. La luna otra vez fue testigo de aquellos dos muchachos, que no se alejaron ni un solo centímetro mientras dormían, en como Aomine respiro el aroma de Hoshi durante toda una noche y en cómo la pelinegra fue valiente y mantuvo cerca al moreno, durante una noche de luna llena.

—¿Por qué no me despertaste? Mamá va a matarme... Y ponte una camiseta por el amor de dios.

Sin que ella lo viera una leve sonrisa se formó en sus bonitos labios por el tierno tono de voz de Hoshi, el cual seguía adormilado y seguramente su rostro también lo estaba. A pesar de estar a su espalda podría asegurar que tenía los ojos entrecerrados, las cejas fruncidas y su mirada perdida en algún punto del piso intentando asimilar todo.

Viéndola desde ese punto de vista, Hoshi nunca se había visto tan hermosa, la cálida luz solar iluminando tan suavemente y resaltando algunos detalles de su rostro que eran imperceptibles a la vista normal. Aunque desde el punto de vista de Aomine, ella siempre sería la cúspide de la montaña más alta de la belleza.

—Agradece que te deje dormir en mi cama. No tienes idea de lo incómodo que es dormir con ropa. En esta casa hay reglas y la primera es "En la cama sin ropa" y ya rompiste una.

—Eso se escuchó raro...

Ella se volteo para "verlo" solo con el pequeño detalle de aún que mantenía sus ojos cerrados, sus párpados seguían siendo tan pesados como en el momento en el que despertó con el brazo de Aomine cruzando por su pecho. Así que él volvió a sonreír tan descaradamente que si ella lo viera su rostro tan blanco como la nieve se hubiera teñido de ese tono rojo que tanto le fascinaba al chico de cabellos azules.

—Tienes razón, pero iba por ese lado también —le respondió con fingiendo desinterés obteniendo como reacción que ella abriera los ojos rápidamente y le lanzara una almohada a la cara y se diera la vuelta para que no notara su nerviosismo—. Así que ya lo sabes, la próxima vez que te subas a mi cama, lo haces sin ropa.

La mano traviesa de Aomine escaló por la espalda de Hoshi en menos de un miserable segundo y entre dos de sus dedos quedó atrapado el cierre de su vestido. Ella no tuvo tiempo para reaccionar ni él para pensarlo, pero de un momento a otro la piel de Hoshi quedó expuesta ante los brillantes ojos azules de Aomine, los hoyuelos de su espalda baja son encantadores y la curva de su cintura es hipnotizante junto a los huesos de su espalda que se notan levemente. Entonces para cuando esa marca y cada uno de sus lunares de su espalda son revelados, todo es demasiado tarde...

Los telones se abren, la brecha se acorta y la bala pega justo en el centro. Lo que ayer era un pecado, lo que siempre fue inalcanzable, intocable e imposible en este preciso momento dejó de serlo. Y la convicción de Aomine se quiebra en miles de pedazos, ante desnudes de Hoshi.

blue eyes | daiki aomine.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora