Mis días cambiaron, todo era muy distinto a como solía ser. Ya no jugaba solo, ya no veía la televisión solo, ya no me tenía que acompañar mamá a la escuela... ya no me sentía solo. Es curioso cómo una personita tan chica puede convertir tu vida en una muy grande.
- ¡Vamos, Apolo!- apremió ella mientras se terminaba de comer sus galletas- ¡Que llegamos tarde a mi primer día de clase!
- Voy, voy...- farfullé mientras me agachaba para atarme los cordones. Estaba tan adormilado que no conseguía enredarlos bien.
Luna resopló impaciente y se puso a mi altura para atarmelos ella.
- Ay, trae que te los haga yo, anda.
Tuve el cabello de ella muy cerca en ese momento y creo que era algo que jamás conseguiría superar. Los rizos tan perfectos que tenía, de ese color marrón y una pizcita de rubio. Olía a manzanas.
Me dejé llevar y acerqué mi nariz para olérselo.
. ¿Qué haces?- rió, a la vez que me miraba.
Le olía muy bien
- Nada.
- Pareces un perro.
Un taconeo resonó por los pasillos y supimos que era mi madre, que se iba al trabajo. Siempre llegaba un poco más tarde a su trabajo porque casualmente el cole empezaba a la misma hora y le daba cosa hacer que me fuera andando solo. Ahora ya no era así.
Se aproximó a nosotros.
- ¿Seguro que no queréis que os acompañe?-preguntó con voz de estar preocupada.
Iba a decir algo pero Luna se me adelantó.
- No, no, no hace falta, señorita Ester. Yo protegeré a Apolo.
No pude evitar sonreir.
- - Te he dicho ya que no me llames señorita, señorita.
Ups... perdón.
Mi madre puso los ojos en blanco y me miró a mí.
- ¿Sabrás llegar, no?
Asentí.
Mamá suspiró pero un suspiro del tipo: "Qué rapido crecen", sin duda. Nos besó en la cabeza y nos despedimos una vez salimos de la casa.
¡Tened cuidado!- pidió ella ya alejándose- A la vuelta os recojo en coche.
- ¿Por qué? -preguntó Luna- Si se supone que estamos muy cerca.
- Porque estaréis cansados.
- Ya pero el medioambiente...
- La seguridad es más importante. ¡Tened cuidado y que tengáis un buen día!
- ¡Vamos a cruzar por el paso de peatones sin mirar!- le respondió mi acompañante, acompañante a la cual le gustaba mucho chinchar al parecer.
Anduvimos un rato en silencio, observando como otros niños seguían nuestro mismo camino, unos solos y otros con sus padres acompañándolos.
Miré de reojo a la chica, iba súper tranquila. Era el pasotismo en persona. Iba pensando en sus cosas pero justo en ese momento me devolvió la mirada. Tenía un imán para encontrar coincidir con mis ojos, era increíble.
- ¿No estás nerviosa?
- ¿Por qué?
- Pues... porque es tu primer día y no conoces a nadie.
Ella encogió los hombros.
- Te conozco a ti. Con eso es suficiente.
Cierto era que yo muy probablemente pudiera aparentar ser el "nuevo" también. Tenía poquitos amigos y mientras los demás se dedicaban a jugar al pilla-pilla yo simplemente me sentaba y comía.
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En la Luna residen mis esperanzas
RandomApolo era un niño que deseaba convertirse en astronauta y el primer encuentro "galáctico" que tuvo fue con Luna, su nueva hermana. Eran como el día y la noche. Él, un chico inseguro y ella muy extrovertida. Apolo nunca antes se habría imaginado que...