Capítulo 13

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- ¿Hasta qué hora estaremos fuera?- le pregunté a Luna- Tengo que estudiar para un examen que tengo el lunes. 

Me juzgó con la mirada. 

- Apolo, te vuelvo a decir que la que estás más estresada soy yo.

Estábamos en su cuarto y ella posaba frente al espejo. No solía ser coqueta pero de vez en cuando le gustaba aparentarlo. Llevaba una camiseta negra, unos leggins cortos y una riñonera. No sé cómo lo hacía que le sentaba todo bien.

- No pareces muy estresada- murmuré. 

- El estrés puede hacerte perder el control si no sabes controlarlo tú a él. 

- Ya empezamos...

Pude ver su sonrisa divertida reflejada en el cristal. 

- ¿Es que no es verdad?

- Meh. 

- ¿Meh qué?

-Que el estrés de vez en cuando es útil.

Se giró para mirarme. 

- Por supuesto que lo es pero dime, sabiendo que hoy no vas a poder estudiar nada, ¿de qué te sirve estresarte con lo que tienes que estudiar mañana?

Chasqueé la lengua. 

- Touché. 

Luna vio la hora en el móvil. 

- A ver si vienen ya...- comentó.

Me fijé entonces en su escritorio y encontré una libretita negra con una media luna en la portada, su obsesión llegaba a unos extremos a veces perturbadores. 

- ¿Desde cuándo tienes esa libreta?- señalé.

Ella siguió mi dedo. 

- Oh, de hace un tiempo. 

¿Es una especie de diario?

- Bueno, las primeras hojas sí- explicó- Luego me di cuenta de que nunca he escrito una novela que haya podido acabar así que empecé una.

- ¿Cómo?¿La historia de los ninjas no la terminaste?

- No.

- Pero si estaba chulísima, me dejaste con intriga- refunfuñé.

- Ya pero después de la muerte de Jaiden tuve un colapso mental y no sabía cómo terminar la historia.

- ¡NOOO!- grité- ¿¡Por qué me cuentas eso?! ¡No lo sabía!

- Ya, esa era la idea: que no lo supieras hasta el final pero como no llegué a terminarlo...- Se encogió de hombros indifirente a mi molestia ligeramente dramática.

Respiré hondo.

- Bueno, ¿y qué estás escribiendo ahora?

- Pues, de vez en cuando, cuando tengo tiempo, escribo una de las historias que tenías de pequeño con las naves espaciales y todo eso. 

Fruncí el ceño. No me acordaba de nada de lo que me estaba contando. Únicamente recordaba que me llegaron a gustar mucho las naves pero sólo eso. Ni siquiera sé por qué dejaron de gustar. 

- No me acuerdo de ninguna de esas historias- dije.

Ella no pareció inmutarse lo más absoluto.

- Por eso está bien escribir mientras los años pasan.

- Eh eh, yo escribía también. 

Y era cierto, me había dejado influenciar mucho por el "Diario de Greg" y cuando era más pequeño tenía fuerzas para redactar todo lo me pasaba por la mente. 

En la Luna residen mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora