Capítulo 8

5 0 0
                                    

Hablando de comportamientos raros, la señorita Miller también se empezó a comportar así con Luna. Los dos pensábamos que su cabreo iba a durar un tiempo pero ,sorprendentemente, el día siguiente a lo sucedido se dirigía a Luna con especial interés.

- ¿Esto es tuyo? - le preguntó ella enseñándole un papel.

Nos acercamos y me puse rojo al darme cuenta de que era el guión que había intentado usar para mi exposición; pero eso era lo de menos. Lo había redactado la misma chica que aterrorizó a la clase en su presentación.

- Sí - asintió- ¿Por?

Me aproximé más todavía y fui consciente de algo que, el día de antes, por los nervios, no pude ver: la increíble pulcritud que había en ese folio. Muchos de mis compañeros (yo incluido) nos solíamos equivocar escribiendo y lo dejábamos todo muy sucio, por no decir que nuestra caligrafía era horrible.

La señorita Miller volvió a contemplar la hoja.

-Porque escribes muy bien - comentó ella- Sin faltas y sin nada... y encima te explicas de manera fabulosa. Escribes como alguien mayor.

- Gracias- respondió Luna, impasible.

- Se lo he enseñado a los demás profesores y están todos alucinando - siguió hablando Miller- ¿Puedes decirle a tu madre que venga hoy a la escuela para hablar de una cosilla conmigo?

- Sin problema- contestó.

- Y una última cosa, Luna... ¿Te importa si me quedo la hoja?

Ahí fue cuando, por fin, Luna reaccionó negando fuertemente con la cabeza.

- No, eso no. Me gusta lo que he escrito y es para Apolo.

Extendió la mano en modo de petición.

La profesora dudó unos segundos.

- ¿Tu mamá ha leído esto?

Lo cierto es que no. Se había pasado toda la tarde ayudándome con la maqueta y ni siquiera le había dado tiempo de ver cóm iba Luna.

Ambos negamos con la cabeza.

- ¿Y qué te parece si te lo doy esta tarde?- Seguía intentando persuadirla.

- ¿Y ahora por qué no?

- Porque quiero hablar con tu madre y tiene que verlo.

No sabía cómo de crucial iba a ser este momento para lo que se avecinaba.

- Además...- prosiguió Miller- si me lo dejas, quizás te suba las notas...

- Yo no quiero eso - respondió tajante ella.

- ¿Y qué quieres?

...

- ¿Y ese helado?- preguntó mi madre- ¡Espera, espera! No te lo tomes en el coche, lo vas a manchar todo.

Luna le dio un lametón a su helado de vainilla. Me parecía muy gracioso el contraste de alguien  comiéndose un helado de un color opuesto a su piel.

La chica se limitó a señalar con el pulgar hacia atrás, señalando casualmente a la señorita Miller, que se aproximaba hacia nosotros.

- Disculpe - dijo- ¿Tiene un momento?

No me pude enterar mucho de la conversación porque la tentación de probar el helado me pudo fuertemente. Únicamente me enteré de que mi madre y la profesora iban a quedar a una hora en concreto por la tarde para hablar de algo.

Una vez terminada la charla, nos montamos en el coche y nos dirigimos a casa.

- ¿Te gusta mucho escribir? - quiso saber mamá.

- Sip- respondió Luna.

- ¿Qué te gusta escribir?

-Mmm... historias emocionantes.

Mi madre se rió con ternura.

- ¿Y qué pasan en esas historias?

La niña se acarició el mentón, como los sabios; se notaba que hablar de eso le chiflaba.

- Pues que todo lo negativo se acaba y triunfa lo bueno... pero no me gusta lo de "fueron felices y comieron felices".

- ¿Y eso?

- Pues porque las perdices no terminaron siendo felices, se las comieron.

Todos nos reímos pero había algo de seriedad en su tono.

- ¿Por eso no te gusta?- sonrió mamá.

- Por eso y porque parece que luego son felices para siempre -explicó ella - Si yo leo eso me creo que cuando haya alcanzado algo que me guste no habrá más problemas nunca más y luego no es así. Luego hace pupa si crees que no habrá problemas.

Mi madre dejó de sonreír y pasó a tener una cara de puro asombro. Yo era más chico entonces y no me podía poner a analizar las palabras de Luna.





En la Luna residen mis esperanzasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora