𐚁 CORAZÓN ENCADENADO 𓏲ּ ֶָ֢

𐚁 CAPÍTULO 3 𓏲ּ ֶָ֢

» 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎𝐍 𝐄𝐍𝐂𝐀𝐃𝐄𝐍𝐀𝐃𝐎 ━━ 𝑼𝒏 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒄𝒐𝒏 𝒖𝒏 𝒕𝒐𝒒𝒖𝒆 𝒅𝒆 𝒎𝒂𝒇𝒊𝒂 «

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Sus piernas ya no podían dar un paso más, había corrido durante mucho tiempo y su cuerpo ya comenzaba a reaccionar al cansancio, sus mejillas coloradas tenían un rojizo latente que se podía distinguir bien y mucha gente solo observaba como la muchacha corría con desesperación sin rumbo fijo.

De echo si tenía un rumbo al cual ir, tan solo debía pasar por diversas calles y doblar cuadras para llegar a ello, continuó su camino hasta adentrarse a un callejón como para cortar tiempo y camino, al ver que ya se encontraba más lejos de su casa, comenzó a caminar por lo agitada que estaba, tan solo necesitaba un respiro.

Sus piernas cansadas hacían que la pelinegra se sostuviera de la pared estrecha para no caer, quería llegar lo antes posible, quería hacer lo correcto, no volvería a permitir que nadie más saliera lastimado a causa de su padre, su corazón le pedía a gritos hacer lo correcto.

Ya casi estaba por salir del callejón, después de eso solo caminaría una cuadra más y encontraría la estación de policías, no faltaba casi nada, pronto sería en que tendría que confesar todo y entregar a su padre.

Todo estaba por marchar bien, cuando de pronto los pasos de la pelinegra se detienen al ver a un hombre de buen porte y de rostro moreno en frente suyo, vistiendo pantalones negros, camisa blanca, un abrigo que le llegaba casi a sus muslos y trayendo consigo un sombrero de color marrón claro.

—¿A dónde crees que vas?– El hombre con el que se encontró iba adentrándose más al callejón, lo que hizo que los pasos de la azabache retrocedieran.

Las preguntas empezaron a surgir de repente, pudo reconocer esa voz si no es porque la escuchó antes, era el mismo hombre que hablaba con su padre mientras ella escuchaba detrás de la puerta de su despacho; si era él, Kenny.

—De no ser porque tienes una cara bonita, te lastimaría.– Ya se encontraba muy cerca de Mikasa, tomó una mecha de sus cabellos y le susurro a su oído —Sino ya te hubiese echo mía desde la primera vez que te vi.– Rie de forma cínica al ver que los ojos de Mikasa solo expresaban terror.

»Este hombre... Me va hacer daño«, la pelinegra traga grueso y continúa retrocediendo para no tener que sentir su aliento tan cerca de ella.

Esto ya parecía una historia de terror, una gota de sudor cayó deslizándose de su rostro mientras intentaba mostrarse fuerte y temeraria. Pero eso no daba resultado, las palabras de aquel hombre la habían paralizado en totalidad, ninguna de sus extremidades querían reaccionar y por más que su mente las ordenaba a moverse.

Se encontraban solos, la gente casi no solía transitar por esos lares y Kenny podía ser capaz de agredir a Mikasa con mil formas.

—No temas bonita.– Puso sus manos sobre el rostro de Mikasa y le dió un beso en su nariz. —Tu padre me mataría si me sobrepaso contigo.– Musitó dando solo dos pasos atrás.