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Ayda

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Ayda

Subimos las escaleras y me lleva a la habitación cerrando la puerta con su espalda.

Camina agarrando una toalla y me extiende otra,le agradezco  y se mete al baño,no tarde ni 20 minutos,sale con un pants y sin camiseta dejando ver su torso desnudo.

Entro al baño,me desprendo la ropa y me meto a la ducha caliente,me quedo unos minutos disfrutando de la ducha y salgo del baño ya cambiada,con una camiseta de Jesús que me quedaban como bluson.

Me tiro a la cama y Jesús rodea sus brazos en mi cintura dejándolonos tan cerca que puedo oler su perfume que me encanta.cierro los ojos cuando pega su boca a mi cuello depositando pequeños besos y regresa a mi boca donde no tarda en deborarla,mis manos se conducen a su cabello para acariciarlo.despues de unos minutos el beso se rompe por falta de respiración,se mueve para tomar las sábanas para que nos cubra,después enciende su celular para ver el partido y apaga las luces del cuarto dejándolo oscuro,me atrae a el permitiendo que descanse mi cabeza en su pecho dejándome profundamente dormida mientras acariciaba mi cabello.


Akasya

Cuando desperté me metí a bañar, pero luego me di cuenta que mi ropa se había quedado en la alberca.

- Oye - susurré llamando a Alfredo. Lo comencé a mover para que se despertara, pero no más no, tiene el sueño muy pesado - ¡Jesús Alfredo! - exclamé.

- Ay, cállate, ya te pareces a Elsa - murmuró aún con los ojos cerrados. Le pegué en la cabeza y se quejó.

- Vuelve a compararme con tu esposa y vas a ver.

- A ver ¿Qué quieres? - me acosté a su lado y jalé su brazo para que me abrazara - Estás helada.

- Quiero mi ropa, traemela, está en la alberca.

- Ta buen pues, pero más tarde.

- ¡Ahora! - giró los ojos - Tengo mucho frío - hice un puchero mirándolo, entonces no le quedó de otra que levantarse e ir a buscar a mi ropa en la alberca.

•••

DÉSIRÉ

Me removi entre los brazos de ivan y me gire quedando mi espalda pegada a su pecho, sentí como me acercaba más a el mientras me abrazaba por la cintura.

La neta estaba bien cómoda así, ni ganas de moverme tenía.

— Buenos días — habló con voz ronca mientras dejaba un pequeño beso en mi cuello

— Buenas noches — hable adormilada.

— Como durmió tramposita? — pregunto acariciando levemente mi cintura.

— Bien y si dejas de hablar dormiré mejor — escuche una pequeña risa de su parte.

— Ta bien pues, ya no la molesto, preciosa — me volví a mover entre sus brazos sintiendo aún más su calor.

𝐈𝐍𝐌𝐀𝐑𝐂𝐄𝐒𝐈𝐁𝐋𝐄(CDS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora