LIBRE ALBEDRÍO II.

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Había cumplido con su parte, le estaba costando una jodida vida cumplir, pero lo estaba haciendo lo mejor que podía, ¡se había metido al Gym!, era eso o quedarse ideando teorías de lo que podía pasar al no recibir noticias de esa castaña, ni un mensaje ni llamada, N-A-D-A, apenas y sabía de ella por las Villa y por Valentina, con quien al parecer se habían reunido para una idea que las mellizas tenían para un par de canciones, ella había decidido no ir para así no incomodar, ¿quería? obvió que sí, pero debía ser fuerte y esperar, claro que eso se estaba agotando, la primer semana ok, segunda semana regula, estaba por iniciar la tercer semana y su cabeza no paraba, quería verla, hablar de cualquier tontería, cruzar aunque sea una mirada, lo necesitaba, pero como si Dios, la vida, el universo fuera en su contra había tenido trabajo del cual estaba muy agradecida, estaban llegando nuevas oportunidades, se iniciaba a expandir mucho más, le fascinaba hacer todo eso, los días de trabajo la ayudaban porque se perdía en cada pequeño detalle para que tuviera el resultado que deseaba, sus días libres eran estar en casa y pintar, pasar el rato con su familia y ver como la panza de Valentina iba creciendo, ella la acompaño a una de sus revisiones al hospital donde quedo enamorada de su pequeño sobrino, ver como iniciaba a moverse en la panza de su hermana, así como escuchar sus latidos, es obvió que termino llorando, aunque también sabía que tenía sus razones ocultas para acompañarla, esperaba aunque sea ver brevemente a la castaña, lo cual se fue por el retrete al encontrarse con uno de los amigos de D, quien le dijo que ella estaría en cirugía prácticamente todo el día, se desanimo pero al escuchar a su sobrino le recargaron las energías, una vez de camino a casa su hermana la sorprendió nuevamente.


— Invite a Dani hoy a cenar.

— Okay Vale, solo limpia los trastes.

— Diablos, sí que estás perdida hermanita — Val le daba un zape a su hermana para que le prestara atención —, te digo que invite a Dani a cenar hoy, despistada.

Amaba a su hermana, ella era su salvación.

— ¡Y hasta ahora me lo dices!

— Si no estuvieses tan perdida extrañándola y siendo una gallina, y me hubieses escuchado hace un rato ya lo sabrías.

— Ush, el embarazo te pone más agresiva.

— Déjame a mí y mi embarazo en paz, la invité a cenar, papá fue por las cosas, así que prepárate porque te estamos dando la mano, pero tú cocinarás.

Estaba bien, ella había asentido, hasta que escuchó la palabra cocinar.

— Sí ella no había huido ahora o lo hará Valentina, no sé cocinar, estoy perdida — ahora se volvía a sumergir en sus desgracias.

— No eres mala Poché, únicamente debes concentrarte, nosotros te ayudaremos a preparar algo básico pero rico, ella ama la pasta, así que eso harás, un postre y listo, la tienes contigo.

— ¿Ella no se sentirá presionada?

— Tonterías, ella igual dijo que tenía planeado visitarnos, así que mi llamada fue como anillo al dedo.

— Ok, está hecho, ustedes deberán hacer que un milagro ocurra al hacerme cocinar.

— Esa es la actitud hermanita.

Lo hizo, en verdad lo logró, claro que con el cuidado constante por su familia, pero logró terminar de cocinar pasta con pollo, era algo sencillo pero sublime para ella, casi quemaba el postré pero Valentina lo rescato minutos antes, pudo haber sido un caos pero disfruto hacerlo, y vaya que el sabor estaba fuera de su imaginación, aún no entendía como lo había hecho pero la sonrisa de orgullo por cada integrante de la familia hablaba por sí misma.

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