Meses después.
— Existe una diferencia monumental entre tener sexo y hacer el amor — una peli oscuro sostenía su punto a los ojos avellana.
— ok, entiendo, pero ¿Y Pal?
— No podría definir eso como amor, así que no lo considero como tal.
— ¿Cómo sabes que nosotras lo haremos?
— Sencillo, eres la única persona con la que no puedo controlar mis nervios al ser tocada por ti, esa necesidad de tocarte o que me toques, sentir solo tú respiración descontrola todo a mi alrededor, eres un maldito imán del que soy incapaz de escapar.
— ¿Es en serio? — una castaña iniciaba a darse por rendida —, si estás coqueteando conmigo, déjame decirte que podría funcionar.
— Bueno esto es a grandes rasgos, podría darte una respuesta mucho más elaborada si te pusieras algo menos provocador.
— Pero si así duermo, esto entra en mi clasificación de pijama.
— ¿una playera enorme y pantis?— ¿Cómo sabes que solo son pantis? — Esa castaña no la dejaría ir tan fácil, aunque no lo pareciera ella necesitaba ser tocada por esa pequeña alborotadora.
— Bueno... — era un pajarito atrapado — dejémoslo en qué soy una persona muy observadora cuando se trata de ti.
— Ajá, acepta que has estado de mirona, la pequeña M se le han salido los ojos conmi.
— Ok, ok, ¡Es cierto!, ¿Contenta?, Te he mirado y mucho, ¿Quién en su sano juicio no lo haría? Ambas sabemos lo que sentimos, hemos ido a nuestro ritmo y créeme que lo disfruto, cada cosa vieja y nueva compartida me encanta.
— Solo que... — la castaña la torturaba tanto.
— Controlo las ganas de besarte cada segundo o cuando dices alguna cosa que me mueve, cuando sonríes, e incluso cuando discutimos por tonterías quisiera solo callarte con un beso.
— ¿Qué te detiene?
— Lo que quiero que seamos, no pienso arruinarlo, esta es una oportunidad que no dejaré por nada del mundo, y sí tengo que comerme la ganas de besarte o tocarte lo haré.
— No lo harás, no más.
— ¿De qué hablas? Nosotras
No pudo continuar porque ahora tenía una castaña callandola con ese beso que necesitaba, no era ardiente, ni mucho menos provocador, pero maldición... Se sentía tan bien.
— Usa las piernas chica y confía en mí — ni siquiera lo meditó, hizo lo que la castaña le ordenó.
D la arrastró con ella del pequeño banquillo en el que estaba, para sentarla en la isla de la cocina, hasta que por fin se separó de ella para darle un respiro.
— Amo que respetes nuestro acuerdo Poché, pero en ocasiones eres muy lenta para entender las provocaciones.
— ¿Todo este tiempo me tentaste?
— Ajá.
— Maldición, ¡Lo sabía!
— Ya que hemos aclarado ese tema.
La castaña le tomó un par de cabellos que invadían la zona a la que se dirigía.
— ¿Calle?
— Si quieres me detengo, pero tendrás que pedírmelo.

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Ya
أدب الهواةCada persona tiene su propio lenguaje, su propio idioma, ellas aprendían la una de la otra. Fueron la elección constante hasta que una de ellas se perdió sin pensar en la otra.