Amigos de verdad

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-intentemos una vez mas

-no gracias-respondí cansada

-Sunna no seas necia

Arthur me miró con determinación, sin duda no saldría de esta con facilidad. Cerré los ojos y respire profundo, me fui a mi lugar feliz, como me recomendó Arthur. Con los ojos cerrados me imagine una escena muy hermosa, Polo y yo, corriendo en la playa a la hora del atadecer...

-ya, ya puedes abrirlos- Gruñi molesta porque su voz había interrumpido mi lugar feliz, abrí los ojos y casi los cierro de nuevo por lo intenso de la luz.

-estas mejorando muy rápido-dijo Arthur con una sonrisa cubriendose los ojos para protegerse de la luz que salía de la palma de mis manos . Era una luz blanca e intensa que, según lo que entendí, dejaría ciego a una persona promedio.

-sigo sin entender en que me puede ayudar esta luz , siento que el fuego es más útil -dije bajando mis manos y con eso gesto desapareció el brillo.

-Sunna, están peleando contra sombras. Donde hay luz, no puede haber oscuridad, con un poder así, aumentan las posibilidades de ganar

Él tenía razón, como siempre. Suspiré mientras me sentaba en la grama, emanar luz podía ser realmente agotador. Arthur se sentó a mi lado.

-¿has tenido que hacer esto siempre?-pregunté de repente

-¿a qué te refieres?

-me refiero a que, si has tenido que entrenar a todas las chicas que han sido Sol

-ah, eso. Bueno, por lo general si. Pero hay veces en que...no llegamos a tiempo-dijo con pesar escrito en el rostro. Me puse a pensar en lo horrible que debió haber sido para él, llegar tarde para salvar lo que nació para proteger. Lo tome de la mano y él me vio a los ojos.

-entonces me alegro de que hayan llegado aquí justo a tiempo para ayudarnos-le dije dulcemente y él me dedico una sonrisa

-eres una de las mejores reencarnaciones de Sol

-oh si, de seguro le dices eso a todas- bromeé y ambos reímos.

-¿me cuentan el chiste para reirme?-interrumpió Alec

-¿por qué siempre eres tan pesado?-le dije y le saque la lengua de una manera infantil, él me volteó los ojos y Arthur sonrió.

-¿dónde está Polo?-pregunte buscándolo con la mirada tras Alec

-se ha ido a su casa, estaba agotado. Aún necesita preparación.

-Yo creo que lo ha hecho muy bien a pesar del poco tiempo que tenemos practicando-defendió Arthur. Alec bufó y me dieron ganas de darle un golpe, no entendía por qué se le veía amargado casi siempre. Pensé que después de que supiéramos la verdad, nos trataría mejor, pero me equivoque, seguía siendo un idiota.

-yo también quiero irme a casa, ha sido un largo día-expresé con cansancio

-déjame recoger las cosas para poder irnos entonces-dijo Alec perdiéndose de vista en el bosque.

-gracias por ser tan buen maestro-dije al levantarme con la ayuda de Arthur quien ofreció su mano para alzarme.

-para nosotros es un placer entrenarlos

-Bueno...de eso no estoy tan segura, Alec se ve molesto casi todo el tiempo, siento que no le agrada tener que hacer esto

-te equivocas, para él es muy importante que desarrollen sus poderes, por eso ha sido tan duro-explicó Arthur

-pero no entiendo por qué debe de ponerse tan pesado algunas veces

-Sunna, para Alec no es nada fácil encontrarse en esta posición de nuevo. Ambos hemos pasado por tanto que ya llegó a un punto en donde él ha optado por alejar a los demás por miedo a perderlos, pero él te quiere muchísimo Sunna, al igual que yo-me dijo con honestidad. Era difícil imaginar a Alec sintiendo un cariño tan puro hacia mi como el que me mostraba Arthur día a día, pero podía intentar por ser menos severa con él.

Hijo de la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora