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Pese a todas las interferencias, todavía sin digerir, el sábado Jimin logró dormir poco más de nueve horas seguidas

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Pese a todas las interferencias, todavía sin digerir, el sábado Jimin logró dormir poco más de nueve horas seguidas. Sus párpados se deshincharon volviendo a su finura natural, sintiéndolo casi un milagro teniendo en cuenta el estrés físico de tantas noches sin descansar correctamente, y que ahora se sumaba a la lista el asunto con Jungkook y un sentimiento pesado cuyos vértices no podría objetivar. Era como si tuviera constantemente algo a punto de estallar, de dispersarse en su interior, no obstante hallaba bloqueada cualquier salida, igual a una espesa masa de energía en el universo. Aquello tenía a su pecho continuamente colgando de un péndulo, inerte flotando en el vacío como la luna al mediodía.

El domingo ansió tener noticia alguna de Yoongi. Resultaba absurdo, porque después de todo no tenían un contacto que podría clasificarse como regular o corriente; él no tenía obligación de decirle cómo se sentía, de abrirle esa puerta pequeña y que imaginaba cubierta de un añejo polvo y musgo. No era necesario, Jimin creía que en realidad nunca lo había sido. Y allí estaba, anhelando sentir la vibración en el bolsillo trasero de sus jeans, porque había puesto un sonido específico para Yoongi (eran los maullidos de un gatito que le venía como ringtone y le recordaba mucho a él).

Cuando cayó la media mañana, Taehyung seguía durmiendo y se oían leves ronquidos si le prestaba atención. Supo que se había quedado hasta altas horas de la madrugada cuando divisó varias tazas en el lavabo y el plato de melón con jamón vacío. Sin la presencia de su amigo de un lado a otro, aprovechó a hacer una limpieza superficial en el apartamento y darle mimos a Moon, quien había vuelto a casa después de varios días de flirteo en la residencia del vecino.

—Ah~ —suspiró—. ¿Sabes algo, Moon? Vi a Kook de nuevo ayer. Aunque ya no me importa, o eso creo... Me siento mejor después de hablarlo con Yoongi. Él es... El profesor de música con el que estoy haciendo mi proyecto. Es un poco excéntrico pero sé que te caería bien.

Moon ronroneaba gustosamente, jugando con sus patitas clavando las filosas uñas en el suéter de lanilla rosa pálido de su dueño.

—¿Que por qué es excéntrico, dices? Mhh... —llevó un dedo a su mejilla—. Por ejemplo, sus ojos se ponen rojos a veces. ¿Quieres ir a despertar a Tae? —ladeó su cabeza—. Está bien, ve. Yo seguiré un poco aquí. Luego compraré desodorante en aerosol. Esta vez, será de lavanda. Ah, no me preguntes por qué de lavanda. Es sólo que lo he sentido en un lugar nuevo hace poco.

La felina dio un salto y camufló sus pasos sigilosamente hasta la puerta donde se hallaba el moreno. Jimin sonrió con orgullo y continuó limpiando la cocina. Fue entonces cuando su teléfono comenzó a vibrar en su bolsillo. Era una vibración continua, pero no se oía ningún sonido de gatito. Jimin secó sus manos con un repasador antes de atender.

—¿Namjoon-ssi?

—Ah, hola Jimin. ¿Qué tal estás?

Jimin miró el almanaque abrochado con imanes en el refrigerador. Hoy era domingo, ¿verdad? Sí, lo era. Namjoon jamás lo había llamado los fines de semana.

4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ  - ʏᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora