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Yoongi parecía un gato enojado

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Yoongi parecía un gato enojado. Si tuviera sus característicos bigotes, estos estarían acalambrados a sus laterales, su cola cargada de corriente como si un rayo le hubiera caído encima. Se sentía irritado, molesto, sus ojos lograban afilar todo aquello en lo que se clavaban, y todo porque Jimin no le había dicho que conocía a Hoseok, ni este le había mencionado conocer a Jimin. No era una cuestión de celos o posesión, más bien se sentía traicionado, dejado de lado por ambas partes, como el mal tercio que nunca se entera de nada a su alrededor; y si lo pensaba bien, tampoco tenía razones de peso para sentirse así. Y aquello sólo lo cabreaba más.

¿Cómo podrían haber coincidido si Jimin era un simple profesor de literatura —con cualidades extraordinarias, un paisaje hermoso que siempre está ahí aunque escapes de verlo—, y Hoseok un maldito estilista de revista —a secas—? Yoongi pensó por un momento en el bar de vampiros. Era el único lugar que suponía que Hoseok podría ir en los alrededores. Y se sintió aún más irritado por pensar que Jimin frecuentara un lugar así, donde por cierto, estaba lleno de vampiros hasta rebalsar por las ventanas.
Donde además estaba Kim Seokjin.

Todavía no podía olvidar esa cara risueña y satírica.

Pero no servía de nada sacar conclusiones precipitadas, se decía a sí mismo, incluso aunque tuviera una predisposición ansiosa a la rumiación, al sobre-pensamiento. Podría empezar, si quería desacalambrar sus bigotes gatunos imaginarios en un universo paralelo, por acercarse al peliplata frente a él y preguntarle sus intenciones allí. Era buena idea, en especial ahora que Hoseok había arrastrado a su obstáculo del camino: aquel niño de sonrisa cuadrada, y se lo llevaba al escenario.

Jimin lo había visto, estaba seguro. Sus ojos se conectaron en algún momento, era simple porque todavía sentía los restos de su mirada en la suya. Entonces, ¿por qué fingía que él no estaba ahí? Yoongi pasó de un gato enojado a uno triste, y no entiende por qué demonios un animal como él está teniendo tantas emociones en corto tiempo.

—Jimin-ah —lo llamó.

Había personas de un lado a otro y eso molestaba su privacidad, por lo que sin previo aviso, lo tomó del brazo y lo arrastró a un rincón más personal y oscuro, donde la luz pastel no llegaba. Jimin no dejaba de ver a su amigo de sonrisa cuadrada, que ahora tenía una expresión de adolescente hormonal mientras chillaba en el oído de Hoseok. Quizá también eso lo había irritado. ¿Por qué tenía que mirarlo tanto?

—Yoongi... ¿Qué haces aquí? —preguntó, cubriendo un sonrojo con su mano. Era un acto innecesario si pensaba que Yoongi no lo notaría de esa forma.

—Eso debería preguntar yo. ¿Cómo conoces a Hoseok? —escupió al fin. Se había esforzado en que aquello no sonara como un reclamo, pero su voz sonó más ronca de lo usual, y no ayudaba en mucho.

Y es que estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano en no bajar la mirada a las clavículas desnudas de Jimin y un lunar que había en ellas. Era como si un imán lo atrajera directamente a ese punto. En contrapeso, prefirió enfocar su mente en los gestos del peligris, que pasaban con dinamismo del asombro a la molestia. ¿Había hecho algo mal?

4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ  - ʏᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora