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Jimin había pasado la noche viendo películas con Taehyung hasta tarde

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Jimin había pasado la noche viendo películas con Taehyung hasta tarde. Había escogido, sin quererlo, aquellas que podrían inspirarlo mejor en su proyecto con Yoongi. Comieron palomitas hasta que sus estómagos se inflaron y bebieron chocolate caliente hasta que el reloj marcó las dos de la madrugada.

Tal vez debido a eso amaneció, no sólo con indigestión y las piernas de Taehyung encima de las propias, obligándolo a una extraña posición; sino también con un aleteo de brillantes ideas en su mente, casi como si su cerebro se hubiera encendido entre sueños. No le importaba haber dormido seis horas, y además con Taehyung encima, porque de hecho esa había sido extrañamente su mejor noche desde hace tiempo y se sentía agradablemente feliz.

Las películas lo habían inspirado tanto que incluso quiso llamar a Yoongi en ese momento, al apenas despertar; pero pronto recordó que ni siquiera tenía su número de teléfono. Entonces se alistó rápidamente, convenciéndose a sí mismo de que debería preparar el desayuno porque Taehyung parecía seguir murmurando entre sueños, abrazando a un Jimin que ya no estaba y que había dejado una almohada entre sus brazos en su reemplazo. Aunque gruñó entre dientes por la pereza de su amigo,  sin embargo lo arrapó maternalmente. 

Por otro lado, Jimin no le había contado mucho más respecto a Yoongi. No quiso ahondar en detalles como lo de su piano, la suciedad de su casa o los ojos rojos que creyó ver. No entendía por qué lo estaba ocultando, si en realidad no había una razón coherente. Simplemente quiso guardarlo para él, como si aquello fuera demasiado íntimo y de salir a la luz pudiera hacerse polvo.

Preparó un desayuno simple para Taehyung y para él y, como siempre, partió para la facultad, no sin antes asegurarse de llegar por lo menos media hora antes, de forma tal que pudiera cruzarse con Min Yoongi. Se aseguraría de pedir su número de teléfono esta vez. 

No tardó en llegar a la facultad y deslizarse por los pasillos en búsqueda del aula donde lo había encontrado. Esta vez vistiendo un buzo del mismo tono plata que su cabello, lo suficientemente grande para que sus pequeñas manos fueran cubiertas por las mangas de una forma infantil. En sus contorneadas piernas, unos pantalones negros de jean y sus típicas botas de cuero rodeando coquetamente su fino talón.
Sin embargo, cuando llegó, no logró ver a Yoongi en ningún lado. Tal vez se había apresurado y todavía no era la hora. Jimin esperó quince y luego veinte, hasta treinta minutos. Se habían hecho las ocho, se suponía que la clase de Yoongi estaría empezando. Pero el profesor no había llegado. Incluso los alumnos parecían desconcertados, aguardando con sus mochilas frente a la puerta, algunos sentados en el suelo con una expresión cansina.

«Tal vez le ha pasado algo», pensó. Jimin fue hasta la dirección y le preguntó al director, quien milagrosamente se encontraba en su despacho, si acaso sabía algo de Min Yoongi, a lo que este negó rotundamente. No había dejado ningún aviso a la facultad de que se ausentaría y, sin embargo, la frialdad del aula cerrada confirmaba vociferadamente su falta.

4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ  - ʏᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora