Park Jimin es el profesor de letras en una prestigiosa Universidad de Seúl. Min Yoongi, el profesor de música, oculta muchos secretos.
-Géneros: fantasía, romance, narrativa gótica.
-Pareja principal: YoonMin. Menciones del VHope y NamJin.
-Capítul...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Le agradaba esa bola de pelos castaña. En su larga vida, Yoongi jamás había cuidado de algo o alguien. Sí, responsabilidades podía tener muchas, gracias a ello podía llamarse a sí mismo un adulto. Pero no era equiparable al hecho de que una vida dependiera de tus cuidados, que existiera un ser que se pusiera realmente feliz, batiendo su vaporosa cola eufóricamente, con algo tan sencillo como verlo llegar con un par de bolsas plásticas que contendrían artículos de uso personal, esbozando alguna palabra torpe de saludo, siempre acompañadas de algún murmuro tosco que expresara su cansancio. Odiaba caminar en la vorágine de la ciudad. Odiaba hacer las compras para sí mismo, odiaba regresar a casa a veces, donde sólo le esperaba el sádico silencio de las cuatro paredes, pero todo aquello se resignificaba cuando había alguien más que dependiera de ello.
Yoongi le compró algunos juguetes para que pasara el rato cuando él se encontrara fuera de casa o lo suficientemente ocupado —componiendo o haciendo la limpieza— para prestarle atención. Pensó que una pelota de tenis no estaba nada mal por el tamaño de su mandíbula, por lo que el pálido había comprado un pack de doce, justo antes de que la tienda de artículos cerrara a las nueve de la noche. Doce pelotas revoloteando por ahí no eran demasiado para Yoongi.
Jamás habría pensado que haría algo así por alguien y se sentía extrañamente bien. Esa nueva sensación de tener algo que cuidar, él solía creer que era una responsabilidad innecesaria, que había responsabilidades que no podían evitarse y otras que sí; ¿para qué sobrecargar la mochila diaria que ya pesaba en una espalda desgastada por el tiempo? No podía estar más errado. Recientemente, sentía que había estado viendo las cosas de la manera incorrecta, desviando su verdadero sentido desde el principio. ¿Acaso había algo más mundano que eso? Porque últimamente, realmente comenzaba a considerarse tan humano como el resto, tan capaz de equivocarse y sufrir angustias existenciales que parecerían el final, sólo para volver a surgir un poco más fuerte. Todo eso había sido, más que por sí mismo, gracias a las únicas personas que todavía creían en él; su mejor amigo, claro está, y aquel jovencito que vino a revolucionar su mundo oxidado, a darle color.
Ah... Él también tenía un color singular. No lo había olvidado; porque en realidad jamás lo había sabido. Ahora comenzaba a darle forma, a verlo con sus propios ojos, y aunque todavía no tenía una tonalidad definida, saber que estaba ahí era quizás el motor que necesitaba todo este tiempo.
Yoongi le sirvió un poco más de agua a Holly, quien estaba agotado tras su paseo nocturno. Lo había llevado en sus brazos a conocer el mundo porque todavía era muy pequeño para caminar, debía vacunarse el próximo mes, según la veterinaria, antes de poder dar paseos por su cuenta. Sin embargo, al cachorro le había parecido agradable el aire fresco, y afortunadamente Yoongi logró desviarse de calle antes de que Holly se asustara cuando se cruzó con unos perros doberman.
—No puedes bajar, pequeño. Ah, eres demasiado terco, creo que debería haberte puesto Minnie o Minmin —le decía Yoongi cuando Holly forcejeaba para saltar, ansioso de correr por el asfalto e inspeccionar las vegetaciones.