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A las cinco en punto, Jimin se encontraba en la puerta del salón de clases de música, esperando a que la última del día finalice

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A las cinco en punto, Jimin se encontraba en la puerta del salón de clases de música, esperando a que la última del día finalice. Había llegado a oír algunas palabras que suavemente tomaban la forma y el color de su voz, pero no había logrado ver su rostro porque la puerta cerrada se encontraba bloqueándole el paso.

Le costaba creer que hace tan sólo unas horas se encontraba en ese mismo lugar, desenmascarando por primera vez la esbelta presencia de Min Yoongi después de un año entero sin siquiera cruzárselo.

La voz de Min Yoongi que llegaba a traspasar las paredes era precisamente tan ronca como la misma que recordaba utilizó con él, y le divertía imaginarse cada uno de los gestos que su rostro estaría frunciendo al hablar. Lo imaginaba hundiendo la nariz como un pequeño gato olfateando los restos de atún en una lata, o tal vez esbozando esa extraña sonrisa de tigre ante su presa.

Poco después la clase llegó a su fin y los alumnos salieron en masas, con sus rostros agotados y soñolientos. Jimin aprovechó la densidad de aquel ambiente para escabullirse y hacerle ver al profesor Min Yoongi, indirectamente, su presencia.
Él despedía amablemente a una alumna ya mayor. Al sonreír, sus párpados se plegaban como los pétalos de una flor al viento. Entonces Jimin no podía evitar oír las palabras de Namjoon una y otra vez, como si se hubiera activado un pequeño reproductor en su cerebro: "es un poco extraño, pero te aseguro que es buena persona".

Min Yoongi lucía idéntico a esta mañana. Ni una gota de sudor rebelde osaba perlar su piel, destacando la pesadez de la jornada; más bien parecía transparentarse con cierta pureza, como la nieve. Jimin esperó hasta que terminara de ordenar sus cosas y entonces se acercó:

—Hola, Yoongi hyung.

El nombrado se volteó molesto como si lo hubiera interrumpido, y se limitó a asentir roncamente en saludo.
Jimin quería preguntarle tantas cosas en ese momento. Pero se recordaba torpemente que su verdadero motivo ahí era el maldito proyecto que tanto le quitaba sus preciadas horas de sueño recientemente.

—¿Quieres que empecemos aquí? —preguntó Jimin—. Tal vez prefieras otro momento. De ser así, puedo esperar...

—No hace falta. Creí haberte dicho que lo mejor será terminar cuanto antes —lo cortó tomando su abrigo del asiento—. Vamos.

—¿Vamos? —Jimin ladeó su cabeza sin entender.

—Son las cinco de la tarde. Es la hora del té, ¿no?

Yoongi parpadeaba en su lugar desentendido, como si aquello fuera una obviedad. Se había puesto un saco negro largo hasta las rodillas que le confería un aire de elegante pianista. Aquello cruzó fugazmente por la mente de Jimin quien, al verlo tontamente, parecía haberse olvidado de lo que estaba diciendo, pues Yoongi se vio obligado a repetirlo.

—Vamos.

El pelinegro comenzó la caminata por los pasillos ya casi vacíos. Jimin salió de su trance al instante y se vio forzado a arrastrar sus pies en su dirección. 

4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ  - ʏᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora