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El dúo de amigos permaneció jugando juegos en la computadora de Taehyung hasta que Hoseok llegó, tal y como habían planeado

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El dúo de amigos permaneció jugando juegos en la computadora de Taehyung hasta que Hoseok llegó, tal y como habían planeado. Jimin había dejado su celular en la cama de su habitación por recomendación del castaño, ya que no le hacía para nada bien estar pendiente de un mensaje todo el tiempo, su mente comenzaba a cavilar ideas cada vez más extrañas y catastróficas. Prometiéndose no pensar más en Yoongi, se permitió distraerse con su amigo hasta que el timbre sonó y uno reaccionó peor que el otro, cayéndose ambos de sus sillas. Aunque en Jimin eso era bastante común, la verdad.

—¡Me empujaste! —se quejó Tae.

—¡Fuiste tú!

—¿Qué dices? ¡Tú estiraste tu codo como una bestia!

—¡Me asusté por el timbre! —puchereó—. Hablando de eso, ve a abrirle a tu amor —Jimin sobó su coxis donde había caído.

Las manos de Taehyung sudaban nerviosas porque, a pesar de todo, era el chico que le gustaba y era la primera vez que lo vería en casa. Ni siquiera se había "arreglado" porque quería que lo conociera tal y como era y que, de ser así, aceptara hasta su lado más doméstico. Por eso Tae estaba sin una gota de maquillaje, vistiendo ropa cómoda y con una sonrisa feliz en su rostro.

Cuando le abrió a Hobi, una ráfaga de viento pasó por los pasillos trayéndole destinada su fragancia. Tenía un aroma que que lo traía hipnótico, nada demasiado fuerte pero tampoco sutil, era algo que lo llevaba y atraía con tanto magnetismo como el canto de una sirena en el mar, algo que a veces desaparecía y lo buscaba con urgencia temiendo no poder encontrarlo otra vez. El más alto lo dejó pasar, Hobi limpió sus zapatos en la alfombra de la entrada y podía jurar que pese a estar tan alegre como siempre había un deje de preocupación en su rostro. Lo había observado por tanto que lo conocía en cada detalle, cada gesto.

—¡Taehyung! ¡No tenías que comerte todas las galletas! ¿Ahora qué le ofrecemos a Hobi? —un bufido se escuchó desde la cocina, el departamento era pequeño y todo podía oírse desde cualquier lugar.

—Lo siento, hyung. Es que eran mis favoritas —miró al pelirrojo con ojos de cachorro.

Hoseok le sonrió con ternura. Vestía una chaqueta morada de tela brillante y una camisa negra, varios colgantes de plata adornaban su cuello. Pantalones de mezclilla adheridos a sus fornidas piernas y unas botas de cuero sintético. Lucía volcánico como el infierno y eso no pasaba desapercibido para el castaño, quien ya no podía controlar el picor de su cuerpo.

—No te preocupes, Tete —batió su cabello—. Ya comí antes y no tengo mucho apetito ahora.

—Oh, me alegra oírlo. Nunca te veo alimentándote más que de galletas saladas y sándwiches de queso. Tienes que comer mejor o tu Tete se preocupará —se cruzó de brazos.

Hoseok cedió y ambos parecían desplegar brillitos de sus poros, una atmósfera íntima formada por sus sentimientos recubría todo a su alrededor. El pelirrojo alagaba su delicado cutis sin maquillaje, diciéndole que deberían hacer una sesión hogareña con urgencia: su menor auténtico era lo más bello que podía existir en el mundo. Pero por supuesto, allí estaba Jimin, quien no quería interrumpirlos pero pasaban ya varios minutos sólo mirándose y sonriéndose como dos bobos, eran tan obvios que le provocaban dolor de panza junto a un incontrolable impulso de tomar sus cabezas y unirlos en un beso como si de dos muñecos se tratasen. El peligris carraspeó y fingió verse las uñas, mientras el par compartía brillitos Jimin había aprovechado a hacer una jarra de té verde para compartir.

4 ᴏ' ᴄʟᴏᴄᴋ  - ʏᴍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora