Capítulo 17.

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Aparto mi pelo de la frente, escucho la risa de Ainhoa detrás de mi y sonrío, ella se pega a mi entrelazando sus piernas con las mias, apoya sus manos en mis hombros antes de dejar un beso en mi mejilla. Río viéndola acercarse a Eric, que le rodea la cintura haciéndola sentarse sobre su regazo.

Me giro y bebo un poco del líquido que tengo en el vaso de cristal, la suavidad del cóctel me sorprende. Bajo la mirada hacia él y no hay nada preocupante en la superficie. Bebo un poco más fijándome en toda la gente que hay cerca nuestra.

Me siento bastante extraña al estar rodeada de varios jugadores de fútbol muy reconocidos y otros no tanto, por no mencionar el resto de personalidades que hay en el local. No podría contar la cantidad de influencers que se han acercado al reservado, algunas han llamado la atención de los chicos y desaparecieron del local con ellos.

Busco a Nico con la mirada, algo alejado de todos, camino hacia él sonriendo, él se fija en mi por un toque que le da alguien en la pierna. Extiendo la mano hacia el chico.

— No voy a bailar — hago un pequeño puchero moviendo el cuerpo—, ni lo intentes, ¿dónde dejaste al perro? — suelto una carcajada sentándome a su lado.

— Lo perdí hace un buen rato, gracias a Ainhoa — paso la mirada por toda la gente que está en el reservado, no vislumbro a Pablo entre ellos—. ¿Y tu siamés dónde lo dejaste? — pregunto llevándome el vaso de cristal a los labios, veo como se encoge de hombros, asiento.

Saco el móvil del bolso, cruzo una pierna sobre la otra y veo un mensaje de Gabri. Entro con el ceño fruncido, posiblemente sea una foto de fiesta. Trago saliva al ver la captura del perfil de la influencer y la vestimenta de su acompañante "secreto". Suspiro saliendo de la aplicación y apago el móvil.

Doy un trago largo a mi bebida antes de levantarme e ir a por otra. Contoneo las caderas hasta la barra, donde me apoyo con una sonrisa amplia.

— Hola, preciosa — me dice el camarero, apoyando los codos cerca de mi con una amplia sonrisa —. ¿Qué quieres tomar? Que invita la casa — me guiña el ojo y finjo una risa tonta.

— Puerto de Indias con sprite — me sonríe y asiente.

— ¿Te gusta el tequila? — asiento — Pues marchando unos chupitos de tequila para este monumento — río ante su intento absurdo de ligar conmigo.

Me bajo de la barra y bailo sola mientras espero que venga con todas las bebidas. Pone dos vasitos pequeños frente a mi y sirve un líquido de color tostado, sonrío reconociéndolo por la botella.

— Brindemos — me dice acercando su boca a mi oído.

— ¿Por qué? — le respondo riendo.

— La vida es corta, así que por vivir — asiento con una sonrisa chocando su vaso con el mío—. Que disfrutes la noche — me pasa un papel pequeño guiñándome un ojo —, salgo a las cuatro — asiento guardándome el papel en el bolso—, por si no tienes planes para luego — me sonríe con amplitud, suspiro encogiéndome de hombros.

— Sorprendentemente, no está en mis manos — me sirvo el sprite bajo su atenta mirada, él entrecierra los ojos —, ya sabes, la gente que viene a estos reservados decide por las que venimos invitadas — suspiro, él chasquea la lengua negando.

— No deberías quedarte como un segundo plato, preciosa — siento que se me enrojecen las mejillas y me da un vuelco el estómago —. Menos con ese vestido, si tu primera opción no te tiene como primera opción... no se yo si merece la pena.

— El corazón no decide de manera racional — río apoyándome mejor en la barra—, me llamo Oli — extiendo la mano hacia él, que la seca en su delantal antes de dármela a mi.

Fuego Amigo • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora