Capítulo 12.

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Apago la televisión y me dejo caer en el sofá, suspiro mordiéndome el labio inferior. Entro en twitter para leer cualquier cosa sobre el partido, la mayoría de los comentarios sobre el más pequeño de la plantilla. Resoplo aguantando el dolor en el pecho que se instala en mi.

— ¿No sabías que jugaban hoy? — niego — ¿Olivia? — él suelta una carcajada.

— No te rías, me he pasado estos dos últimos días preparando el examen del once, antes del partido que sé que tienen — comento con ironía —. No tenía que haber entrado aquí, que rabia todo lo que ponen.

— Te preocupas tanto por él — si las miradas matasen, Gabri estaría muerto y enterrado —, a mi no me mires así, Olivia — arrugo la nariz apartando los ojos de él.

— Es que... — llevo la mano a la boca al ver un video— ¿Está llorando? — Gabri me arrebata el teléfono de las manos, abre los ojos con sorpresa.

— Esto..., ¿si? — trago saliva mirando hacia mi amigo — ¿Por qué no lo llamas?

— Estará hablando con sus padres.

— Bueno, escríbele.

— ¿Y si le molesto?

— ¿Te recuerdo ya la vez que le jodiste un polvo con la chica que lo persigue o qué?

— No le jodí ningún polvo, lo echarían después — él rueda los ojos.

— ¿Se lo has preguntado? — niego — Entonces no sabes si se lo has jodido o no.

— Esas cosas no se preguntan, imbécil —él suelta una carcajada.

— Claro, porque sino sería demasiado evidente que te estás pillando por él — giro la cabeza hacia el pasillo, la castaña se cruza de brazos con una sonrisa de superioridad —. El amor no es una debilidad, ¿sabes? Y demostrar que te preocupas por alguien tampoco.

— Eso no es... — suspiro con fuerza al ver cómo alza una ceja—. Sabela, lo tuyo era más fácil, ya os conocíais y habíais estado juntos antes.

— Llevas cuatro meses cerca de él — comenta la chica sentándose a mi lado en el sofá —, lo suficiente para desarrollar sentimientos igual de válidos que si los desarrollas a los dos días, Oli — trago saliva resoplando—. No pierdas el tiempo, que luego los que se cansan son ellos.

— ¿Lo dices por todo el tiempo que llevas pasando de Nico? — es imposible no escupir eso tras escucharla— Porque lo ha estado pasando fatal y no te veo llamándolo ahora mismo para preguntarle que tal está después de haber quedado fuera de la Champions, Sabela — me levanto de brazos cruzados—. ¿Quién es peor de las dos? La que no tiene novio y se preocupa por el chico; o la que si que tiene una relación medio consolidada, no demasiado por desaparecer, y no llama para preguntar. Es moralmente cuestionable todo lo que dices porque no coincide con lo que haces, por ninguna parte.

— Tienes razón — da un trago a la taza de té que tiene entre las manos frunzo el ceño mirando hacia Gabriel, que se encoge de hombros—. Pero yo por lo menos he sido capaz de decirle que lo quiero y que quiero tener algo con él, no me río cada vez que aparece una influencer persiguiéndole.

— No me río.

— Sí te ríes — Gabriel habla, posa sus manos en mis hombros y las aparto con rabia.

— ¡Suéltame!

Siento como se forma un nudo en mi garganta, aprieto la mandíbula mirándolos a ambos, niego. Cojo una sudadera y las llaves del coche, cierro detrás de mi sin despedirme. Bajo las escaleras corriendo, sintiéndome abrumada por todo lo dicho y escuchado.

Fuego Amigo • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora