Mantengo el codo apoyado sobre el mármol, la cara apoyada en la palma de mi mano y mis ojos pasan de uno al otro. No quiero fijarme en el desastre que hay detrás de ellos. Aprieto la mandíbula sin hablar, ellos tampoco lo hacen. La mano que tengo sobre la encimera tiembla, entrecierro los ojos parando mi mirada en Alejandra, que se mantiene con la cabeza gacha. Suspiro y me cruzo de brazos, echándome hacia atrás ligeramente. Resoplo bajándome de la banqueta, camino sorteando toda la basura en dirección al pasillo.
— Que no se te ocurra dormirte — digo sin mirarla—, tu padre debe estar llegando, yo que tú limpiaba este estercolero — paso sobre una botella plástica que está tirada en medio del pasillo—. Todo.
Cierro la puerta de la habitación y cierro los ojos, apoyándome en la puerta. Resoplo y trago saliva, observo la hora que da el reloj que tengo encima del escritorio, siento ganas de llorar de la tensión acumulada. Dejo el móvil apagado sobre los libros de la carrera, me dejo caer sobre el colchón, la cabeza encaja entre un par de cojines que tengo sobre la almohada.
No dejo de escuchar el ruido de los muebles moviéndose, los murmullos de Alejandra y su novio mientras recogen. Siento que me va a reventar la cabeza. No he dejado de recibir llamadas de Laia desde las cinco de la mañana, cuando el teléfono estaba a punto de quedarse sin batería, pero nunca llegué a responderle. Escucho el timbre sonar, mi piel se eriza, sé que se viene posiblemente la tercera guerra mundial en mi salón. Me dejo ir, y descansar un poco.
Despierto un par de horas más tarde, por unos golpes en la puerta de mi cuarto. Me levanto, pero me quedo en el camino a la entrada la habitación. Observo mi maquillaje corrido, el pelo desordenado y la ropa de volver de fiesta. Me cambio rápido y cojo una toallita desmaquillante del cajón del escritorio. Enchufo el teléfono a la corriente. Abro la puerta con un ojo entrecerrado, levanto la cabeza siguiendo la alta figura que está parada frente a mi, trago saliva al ver a mi tío Fernando con los brazos cruzados.
— Olivia — sonríe, relajo los hombros y me acerco a él para darle un abrazo—, ¿has descansado algo? — asiento— Gracias por sacar a tu prima de allí.
— No pasa nada — murmullo, buscando con la mirada toda la basura que había tirada en el suelo antes—, disculpa por haberla dejado sola, pensaba que no pasaría nada — me encojo de hombros volviendo hacia el interior de mi cuarto—, perdón.
— No te preocupes, Olivia, que no es tu culpa — suspiro agachando la cabeza —, no hagas caso a lo que dice tu madre, sabes que...
— Lleva una época mala, sí — resoplo cruzándome de brazos con un gesto serio—. La misma mala racha desde que se separó de papá — me encojo de hombros y hago una ligera mueca—, no importa — trago saliva apretando los dientes—. ¿Alejandra? — él ríe.
— En el coche, nos vamos a Sevilla ya — asiento—. Me parecía mal irnos sin despedirnos, te agradezco que no te haya importado que viniera, tu madre me dijo que estabas encantada, me parece un feo lo que te ha hecho pasar esta noche — aprieto la boca en una fina línea, me encojo de hombros.
— No pasa nada, espero que te sea leve el viaje de vuelta — él resopla, lo acompaño hasta la puerta—. Avisa a mamá en cuanto llegues, seguro que quiere asegurarse de que Alejandra está viva.
— Me sorprendería que no estuvieran hablando ahora — asiento—, ¿vas a bajar en navidad? — se me eriza la piel y me encojo de hombros.
— Depende de como lleve los exámenes, quizás me quedo en el piso.
— ¿Sola? — asiento abriéndole la puerta con una sonrisa.
— No se está tan mal, seguro que mi amigo Gabriel ya está aquí y quiere pasar un tiempo en casa — él resopla negando—. Voy a estar bien.
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Fuego Amigo • Pablo Gavi
FanfictionFA | FUEGO AMIGO (Dream Teen #2) "Yo no sé de partituras, sé de llevarte a cenar. No me dio por atar cabos, estamos locos de atar. Tengo penas y trofeos y soy experto en fallar. Pero qué bien lo pasamos si dejamos de pensar." o Donde Oli y Gavi fing...