Capítulo 13.

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— Entonces, llevas aquí desde... — doy un mordisco a una patata cruzando las piernas en el sofá.

— 2015 — hago cuentas sobre la edad que tenía en ese entonces y resoplo.

— Segundo de la ESO, que mala época — comento cogiendo otra patata, él ríe.

— Yo entraba en sexto de primaria en ese entonces — dice, toso cerrando los ojos, me rasco la nuca mirándolo a los ojos.

— Me repito a diario que eres un crío, pero me siento tan mayor a tu lado a veces — él ríe apoyándose en el mueble de la televisión —. Te lo digo en serio, es cómo que me siento súper joven hasta que estás cerca.

— Si quieres me voy — se levanta con una sonrisa pícara, me encojo de hombros riendo antes de darle un mordisco a la hamburguesa.

— A ver como llegas a La Masía en transporte público sin que te asalten por el camino — le guiño un ojo y muerdo la hamburguesa, él resopla dándome la razón.

— Cállate — vuelve a sentarse en frente a mi—, ¿y tú estabas en Barcelona en ese entonces?

— No — acompaño mi respuesta con un gesto de la cabeza —, vivía en Gijón, de hecho estuve ahí hasta los 16.

— ¿Y después? — se levanta para coger una de mis patatas.

— Estudié el Bachillerato en Valles y luego me vine a la capital — le doy un toque en la mano cuando vuelve a ir a por las patatas —. No puedes comer esto — él resopla.

— Un día es un día, además, no tendrás queja.

— No la tengo gracias a Nico, que fue el que te abandonó aquí con mi comida— río, él rueda los ojos molesto—. Pero menos mal, igual me comían los libros otra vez — resoplo.

— ¿Te quedan muchos exámenes? — asiento.

— Lo de ayer fue un parcial, los finales los tengo todos en enero — él alza las cejas y asiente, hace un pequeño gesto con la boca y lo veo contar con los dedos algo—. ¿Por qué lo dices? ¿Qué cuentas? — le pregunto con una ceja elevada.

— No, es que... — se rasca la nuca — Me regalaron un par de entradas para un concierto y... bueno, estaría bien ir contigo, podemos pasar un buen rato.

— ¡Ah! Pues seguro, pero depende de las fechas.

— ¿29 de Diciembre? — me mira sin levantar la cabeza, frunzo el ceño mientras desbloqueo el móvil— Igual es una mala fecha, Olivia, no te preocupes que...

— No es la mejor fecha del mundo — lo interrumpo observando el calendario —, pero por lo menos no es en Enero y gracias a eso igual hasta me libro de ir a Sevilla — sonrío antes de mirarlo de nuevo—. Si quieres, estoy libre para ti el 29 — él aprieta los labios en una fina línea y asiente.

— Genial — asiente —. Volvamos a lo importante, Gijón, ¿qué te hizo mudarte aquí?

— Mis padres se separaron, hace años que no sé nada de mi padre pero sé que está pendiente de mi — muerdo la hamburguesa bajo su atenta mirada —, tengo un hermano pequeño que no he llegado a conocer pero que me sigue en redes sociales — suspiro—, tiene cuatro años menos que yo.

— No me salen las cuentas — me encojo de hombros con una sonrisa.

— Mi padre lo tuvo antes de separarse de mi madre — él frunce el ceño—, no pasó nada, por suerte.

— ¿Y lo cuentas tan tranquila? — asiento — No pudiste pasarlo bien — murmura —, no me imagino a mis padres separados.

— Al principio no lo veía, fue muy complicado — juego con una patata en mi mano —, pero después de cuatro años y un hermano de por medio, una se acostumbra a hablar de ello con normalidad, no podemos vivir en el pasado.

Fuego Amigo • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora