Capítulo 4.

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— O sea que has decidido empezar un fake dating con el tipo de persona al que posiblemente más odies en el mundo — asiento hacia la pantalla—, eres un cliché personificado, Olivia — Gabri ríe, su carcajada me molesta pero no demasiado.

— Cállate, si al final fue cosa suya, intenté dar excusas, es más, le dije hasta que me iba a deber un favor — me encojo de hombros sin dejar de mirar a mi amigo, que se lleva un tenedor a la boca —. Al parecer le dio igual, muy desesperado tiene que estar — doy un trago a la botella de agua, sin dejar de mirar a Gabri, que ríe.

— Y además del fake dating, le dijiste que acostarse con un futbolista da caché — me encojo de hombros de nuevo, agarro el móvil y camino hacia el sillón, donde me siento—. No sabes que hacer para alejar a la gente de ti.

— Si te digo la verdad — cojo el bol de encima de la mesa y pincho la pasta—, quería saber hasta que punto era capaz de llegar, si en el fondo me conviene la cosa esta de la relación falsa — me llevo la pasta a la boca, él frunce el ceño —. Te acuerdas del chico este, Daniel, que conocí en la playa — asiente —. Bueno pues creo que estaba tomándose demasiadas confianzas y no me gusta demasiado, besé a Gavi ese día para salir del paso — escucho cómo tose, tiene los ojos bien abiertos, mastico mi comida sin dejar de mirarlo.

— Ni siquiera yo escribía esos clichés cuando intentaba encontrar mi disciplina artística favorita, Olivia — se queda en silencio y levanta la cabeza, mira detrás del móvil con una sonrisa —. Sí, Sabela me dijo que iba a llegar algo más tarde, noseque con Diego — escucho unos murmullos difíciles de distinguir —. Corbata morada, a juego con su vestido — vuelve a escucharse ese murmullo de fondo —. No tengo ni idea, últimamente acaba llorando la mayor parte de los ensayos, espero que no le pase lo mismo en la actuación — como un poco más observado el perfil de mi amigo —. No sé, Diego me dijo algo de un chico, pero que tampoco preguntemos demasiado, Sabela es muy reservada en ese aspecto — agacha la mirada y me mira fijamente, entrecierra los ojos fijándolos en los míos—. ¿Te suena algún Nico? — niego, él chasquea la lengua y levanta la mirada — Que va, si es que nos lo tiene que acabar contando ella, pero espero que no lo pase muy mal, es una artistaza de los pies a la cabeza, y un sol de niña — desconecto de la conversación al escuchar el timbre, me levanto dejando a Gabriel en la pantalla.

Abro la puerta sin pensar, frunzo el ceño al ver al futbolista frente a mi. Me cruzo de brazos, estática, fijándome en el chico que lo acompaña.

— Nico, Olivia, Olivia, Nico — Gavi habla, señalándome a mi y a su acompañante—. Tenemos cosas que discutir, ¿nos vas a dejar pasar? — me hago a un lado, escucho una carcajada procedente de mi teléfono, ruedo los ojos alejándome de ellos.

— Como si estuvierais en vuestra casa — camino desconcertada hacia mi móvil, Gabri me mira con una ceja alzada—. Ni se te ocurra decir nada, Gabriel, te llamo a la noche.

— Hasta la noche, preciosa.

Escucho una tos a mis espaldas en cuanto escuchan a mi amigo. Cojo el bol de pasta y camino hacia la isla de la cocina, cerca de dónde los dos chicos esperan estáticos.

— ¿Por qué estás en mi casa?

— ¿Por qué no me respondes los mensajes? — ruedo los ojos, sentándome en uno de los taburetes, me fijo en el chico alto ignorando a Gavi.

— Encantada, soy Oli — le sonrío con familiaridad, escucho un resoplido molesto del andaluz—. ¿Cómo soportas al mocoso este? Deberías darme unos tips — él sonríe, pero sus ojos se mantienen cansados.

— Tiempo, supongo — ríe—. Soy Nico, valga la redundancia — me acerco a él para darle un beso en la mejilla a modo de saludo, que me devuelve al momento.

Fuego Amigo • Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora