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T/n T/a

Cuando desperté, fue un alivio...hoy no desperté con dolor de cabeza...el de ayer era asqueroso, tenía ganas de morirme del dolor.

Me levanté y bostece, hacia calor así que fui a abrir la ventana para ventilar...pero ya estaba abierta, eso me hizo sentir un poco de susto...yo la tenía cerrada, saque la cabeza y mire a todos lados...pero obviamente no encontré nada, quizás a qué hora fue...o de seguro el viento la abrió.

Me fui a la ducha e hice lo de siempre, al salir me lave los dientes y me comencé a vestir, cuando había terminado me di cuenta...; Las cortinas estaban abiertas. Con susto mire a todos lados, pero nadie lo vio creo...todo era normal, todos hablando en la fuente, la gente caminando por el pueblo...nadie vio absolutamente nada.

Antes de salir iba a escribir en mi diario sobre cuando Hugo me drogo, así que Levante La bajada de la cama y tome la llave, me acerque al gran cofre y lo abrí. Mis ojos buscaron mi diario pero no estaba, me alerte un poco y comencé a buscar...dándome cuenta que mis libros tampoco estaban, mis ojos se llenaron de lágrimas...esos libros son privados, igual que mi diario, y todo lo que me cuesta escribir.

Salí con rapidez de mi habitación y me fui corriendo a la de Danilo.

Entre sin tocar viéndolo mirarse en el espejo.

––– buenos días her...

––– ¡Dame mi diario y mis libros! ¡Ahora! ––– ordene con molestia.

El me miro confundido rápidamente.

––– ¿De que hablas? No los tengo. ––– explico confundido.

Comencé a buscar en su habitación desordenado todo pero no estaban.

––– ¡Danilo hablo enserio! ¡Los quiero ahora! ¡Son privados! ––– ordene molesta.

––– ¡Que no los tengo! Pregúntale a Raúl, de seguro el los tiene...ahora sí me dejas voy a ordenar todo el desastre que dejaste en mi habitación. ––– aviso con sarcasmo mientras comenzaba a ordenar.

Me fui corriendo dónde Raúl el cual estaba colocandose sus zapatos.

––– hola...

––– ¡Dame mi diario y mis libros! ¡Ahora! ––– ordene molesta.

––– no los tengo, lo juro...revisa mi cuarto. ––– aviso levantando sus manos en inocencia.

Molesta comencé a revisar, y cada vez me preocupaba más no encontrarlos.

Bajé corriendo las escaleras llamando la atención de todos.

––– ¡Basta de bromas todos y denme mi diario y libros! ––– ordene con molestia.

Todos se miraron confundidos.

––– nadie lo a tomado...––– aviso mamá secando sus manos con un paño.

––– ¡Basta de bromas! ¡Lo quiero ahora! ––– exiji con lágrimas en los ojos.

Los Gemelos MadrigalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora