¿Y si nos quedara poco tiempo? (III)

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Abrí los ojos gracias a la luz del sol que comenzaba a colarse en mi habitación. Aún no podía creer que estaba durmiendo solo, en mi apartamento, tranquilo.

Anoche había sido un caos. Marcela había armado un escándalo a un punto en donde toda la casa se enteró de la cancelación del matrimonio. Mis padres estaban decepcionados, pero ellos no sabían absolutamente nada por lo que no le debía de rendir cuentas a ninguno de los dos.

A la única persona que debía de hacerlo era con la que había estado soñando toda la noche, la dueña de mi corazón, cuerpo y alma.

Beatriz Pinzon Solano.

Me levanté y mientras me duchaba y vestía, comencé a sentir cierta tristeza por lo ocurrido. Realmente estaba perdiendolo todo. Lo único que lograba consolarme era el hecho de que aún si hubiera decidido ir por Betty o no, iba a perderlo todo igual. No había salida para mi. Era un final cantado.

Tome un café negro con rapidez para no viajar con el estómago vacío y conduje hasta la casa de Betty. Ella no había querido que la recogiera pero aún así me atreví hacerlo.

No tuve que esperar demasiado. Al verla salir baje la ventanilla y la llame sonriendo. Ella me miró casi asustada, noté su ceño un poco fruncido que iba quitando a medida que se acercaba a mi.

B: doctor, ¿qué hace aquí?

A: vine a recogerla. Suba, Betty

Ella negó con la cabeza. Cuando pensé que se iría, dio la vuelta y entro al auto.

B: vamos antes de que mi papá salga

A: como mandé la señora -encendi el carro y comencé a conducir-

Sonrei al recordar lo que no pasó. Si hubierado seguido el guión, hoy Betty estaría aún más enfadada conmigo luego de la pelea con Nicolás. Sin embargo, se encontraba acá conmigo, en el carro. La observe de reojo. Se veía tan bonita.

B: ¿una buena mañana, doctor?

A: atrapado -rei por lo bajo- usted se va a burlar de mi o a lo mejor no me cree, pero es porque estoy pensando en usted

B: ¿en mi?

A: aja, nunca se lo dije pero me encanta esa camiseta de cuello alto. Le queda muy bien, de verdad. Se ve muy bonita, Beatriz

B: ay, doctor. No es necesario que siga con este show, lo se todo

A: anoche terminé con Marcela -paramos en un semáforo y la miré a los ojos- acabé el compromiso frente a mis papás. Soy un hombre libre -sonrei- bueno, no tanto, verdad

B: ¿termino...el compromiso?

A: si, mi amor. Yo sé lo prometi y se lo cumplí. Y yo se que tenemos mucho de que hablar aún, por lo que espero que podamos salir a almorzar hoy y hablar sobre todo esto, sobre esa...maldita carta, sobre nosotros

B: sobre la empresa...

A: si. Aunque no es lo más importante, aunque aún no me crea. Pero ahora, usted me va a acompañar a un lugar

Pasamos por una floristería y le compré un ramo a Inesita. La noche había sido tan salvaje que casi me había olvidado de su accidente. Conduje hasta su casa.

A: ¿me acompaña?

Ella asintió y bajamos. Hicimos una visita a Inesita donde tuvimos que aguantarnos los comentarios de mal gusto y mal intencionados de Hugo por lo que fue algo breve antes de montarnos al carro y ir rumbo a ecomoda. Cuando estábamos a solo unos minutos respiré con profundidad.

A: Betty... -ella me miró, extendi mi mano para tomar la de ella- usted no se imagina el miedo que tengo en este momento... la voy a necesitar hoy, ¿sabe? La voy a necesitar mucho. Yo no sé que es lo que me voy a encontrar en la empresa. Siento como si... Beatriz, siento como si hubiera perdido toda la vida que conozco

Ella mire por la ventana, no quería verme el rostro. Supe que elegí las palabras incorrectas.

B: aún esta a tiempo, doctor. Puede volver y disculparse con doña Marcela, puede...

A: no -la interrumpi- esa no es una opción. Le pido no me malinterprete. Cuando ayer en la oficina le dije que tenía dos caminos, uno con usted y otro sin usted, es cierto. El solo imaginarme la vida sin...mi Betty -bese su mano- es tan insoportable que mi corazón simplemente se detendría. No funcionaría. La vida con usted no la conozco, pero estoy ansioso por descubrirlo

Note su incomodidad ante mis palabras y entendí que no me creía aún. ¿Como iba a hacerlo? Aún no había hablado con ella de la carta, de Mario, de nosotros. Decidí callar hasta llegar a la empresa.
Cuando llegamos le dejé las llaves a Wilson para que me parquee el carro. Al entrar notamos que Aura María no estaba pero Freddy nos saludo. Nos metimos al ascensor.

A: vea, Betty. Cuando salgamos de este ascensor se va a dar cuenta que todo lo que le dije fue verdad y quiero que sepa, mi amor, que todo es por usted

Las puertas se abrieron y todas la muchachas del cuartel estaban chismoseando. Claramente ya todo el mundo lo sabía. Ambos salimos.

A: buenos días -dije en voz alta-

Todas me dijeron buenos días al unísono. Sandra le tomó del brazo a Betty.

Sandra: un 911, Betty. Vamos, vamos, apurese. Con permiso doctor

A: vaya, Betty. La espero en la oficina, si? -le sonreí levemente-

B: si, doctor

Se la llevaron a los baños y yo me fui a la oficina. Al llegar deje mis cosas encima del escritorio y respire. Dios mío, no me había dado cuenta de lo nervioso que me sentía hasta que oí las puertas de presidencia abrirse y casi salte del susto. Me volteé.

Mario.

M: usted si que esta loco, ah? Usted ha perdido la razón. ¿Que le hizo la fea? ¡Que le hizo!

A: respeto, Calderon. Respete -lo señale amenazante- que si de culpables hablamos, usted está primero en la lista

M: ¿disculpe? -me miró indignado-

A: amo a Betty, Calderon. La amo, ¿y qué? Cancele mi matrimonio con Marcela porque no la amo y estoy cansado, oigame, cansado de fingir que lo estoy, ¿y que?

M: perdió la razón...lo hizo

A: estoy más cuerdo que nunca, querido Mario. Y antes que me venga con reclamos por la empresa, estoy dispuesto a enfrentarlo todo, estoy cansado de todo esto...aún así hay un plan que, por cierto, usted no está involucrado. Pero que si Betty me colabora, no estaremos tan perdidos

M: hermano, yo le juro, le juro, que no entiendo que le pasa. ¿Sabe lo que va a pasar ahora cuando Daniel sepa de todo esto? ¿Sus papás? ¿Donde quedó su prestigio, doctor Mendoza?

A: quédese tranquilo, Calderón. Yo sabré manejarlo, yo sabré. Ahora se me vuela de acá antes de que Betty vuelva, no quiero disgustarla con su presencia. No ahora

M: -abrio la boca con sorpresa, indignado- no lo entiendo, Armando. No entiendo que le paso. No entiendo como cancelo su matrimonio con Marcela, con la dueña de la empresa que además es una mujer digna de presumir, por el mounstrete de la cueva!

Lo tomé de la chaqueta, con furia.

A: no le permito, no le permito ni un insulto más a Betty, Calderon! -grite- a Betty me la respeta. Yo le advertí, ni un insulto más, ni uno! Esa mujer de la que usted se refiere, es la mujer de mi vida, ¿oyó? Mi mujer. Respete -lo solté casi empujándolo.

Las puertas de presidencia se abrieron.

What If... (YSBLF Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora