La perseguidora

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Estaba loco.

Completamente loco.

Por ella.

Siempre se había considerado un hombre tranquilo con las mujeres. No era de esos maridos celosos que no le gustaban las miradas morbosas a sus esposas o que le controlaban hasta sus salidas al mercado. Al contrario, siempre le había gustado presumir a todas sus mujeres, inclusive estando comprometido. Tampoco entendía a Marcela, todos sus arranques de celos, la gritadera y lo que Mario llamaba "la perseguidora".

Nunca la había entendido...hasta ahora.

En ese mismo momento se encontraba afuera de la casa de los Pinzon, parqueado algunas casas antes. Estaba algo ebrio y con los pensamientos nublados. Se sentía enfermo.

Betty era su enfermedad...y, irónicamente, su cura.

Hace días la notaba diferente con el, no sabía lo que estaba pasando hasta que el estupido de Nicolás Mora volvió a aparecer en juego. No podía creer que ella se haya estado volando con el todas las noches. Llegaba con el, se volvía a la casa con el, salía a almorzar y cenar con el. Y en todas esas ocasiones el estaba presente acechando entre las sombras, la seguía hasta la casa, le reclamaba y ella le negaba todo, no quería besarlo, no quería que la tocara y luego al día siguiente lo mismo. Inclusive había llegado a hacerle espectáculos públicos frente a su gente o los mismo empleados de Ecomoda. Armando Mendoza había enloquecido.

Simplemente el ya no lo soportaba, no soportaba verla pavonearse de él con toda la empresa, montada en ese carro y abrazándose para todos lados con el.

De pronto, entendió a Marcela. Claro, el se estaba comportando con Betty exactamente igual que ella con el. Esa revelación lo había dejado aturdido.

¿Eso significaba que...?

El Mercedez Benz de Nicolás se parqueo frente a la casa de Betty. Estaban recién llegados de la casa de Inesita. No supo de dónde había sacado las fuerzas para no caerles en esa casa de sorpresa, tuvo un momento de juicio y decidió esperarla en las afueras de su casa. El sabia perfectamente que en ese estado no iba a poder controlarse y podría ocurrir una tragedia.

Claro, estaba contando los minutos en su reloj. Si tardaban más de lo que el al llegar ahí, juro meterse en cada motel de Bogota para encontrarla...y romperle la cara al cretino ese por atreverse siquiera a mirar con otras intenciones a su mujer.

Sabe dios que si lo hubiera hecho.

Su celular sonó. Miro la pantalla de reojo y vio que era la misma Marcela. Rodo los ojos y apago el celular. No iba a soportar reproches o preguntas de su parte. No cuando su Betty se estaba bajando de su auto a solo unos metros de el. Observo desde la distancia como se bajaban y, para su sorpresa, se despidieron con normalidad. Ella lo despidió con la mano y el se marchó.

Ahora el entraba en escena.

Detuvo el auto y se bajó.

A: Beatriz

Betty se detuvo en seco. No imagino nunca que don Armando estuviera allí. Si lo hubiera sabido, hubiera actuado un poco más.

B: ¿don Armando? ¿Que hace aquí? Es muy tarde

A: usted lo sabe

Esas tres palabras dejaron helada a la mujer que tenía frente a él. Un aura oscura se había apoderado de el. De repente lo había comprendido todo. Todo encajaba.

B: de...de que habla doctor

A: los desplantes, todas esas salidas suyas con el idiota ese, el auto que le compro, sus respuestas extrañas, no quiere besarme, no quiere salir conmigo

What If... (YSBLF Version)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora