Empatía

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Era de madrugada y el frío era abrazador, se colaba por cada fibra de mi ser, pero no hubo efecto negativo en éste.

Estaba sentado frente a mi escritorio sólo con la luz del ordenador iluminando toda la habitación, un sentimiento de inquietud se hizo presente al revisar a detalle la agenda que estaba frente en la pantalla de brillo tenue.

Ante mis ojos se encontraba ese nombre, mi nueva obsesión; cuando leí que podría verlo al siguiente día mi corazón se aceleró y pude sentir cómo el éxtasis se apoderaba de mí y de mis más profundos deseos demoniacos, pero reprimí todo y comencé a investigar toda la travesía de Ethan en la milicia después de que le perdiera el rastro por primera vez, para avivar la llama del primer encuentro.

Recordaba cada vez más el cómo había causado todas las desgracias de principio a fin en esa pequeña ciudad abandonada por Dios.

Vi como una ciudad entera caía en la locura y cómo se desmoronaba conforme mi intriga se hacía grande, y en medio del territorio de nadie, hombres peleaban sin saber bien porqué, su miedo me inspiraba y me hacía regocijarme con cada minuto que los miraba.

Una vez que me aburrí de su miedo simplemente abandoné a todos a su suerte, sin embargo, la guerra no se detuvo hasta que cada uno de los lugares que antes eran prósperos se desvanecieron y se tornaron simples escombros, al igual que los recuerdos buenos que alguna vez alguien había creado.

Ethan se convirtió General, con ayuda de su hermana —desconocida para mí— que se había vuelto teniente y poco a poco lograron que la violencia y los ataques a la pobre ciudad se detuvieran, pero no pudieron evitar lo que vino con esto: la desolación de las pobres almas. No había más esperanza ni ganas de reconstruir todo lo que alguna vez perdieron; aun así, lo intentaron, hasta que se dieron cuenta que sus esfuerzos no eran más que deseos por felicidad que jamás podrían conseguir ahí.

Los hermanos se mudaron aquí hace poco tiempo, unos meses por lo mucho, lo que significaba que la noche anterior me había mentido. ¿Por qué?

Cerré de golpe la página donde estaba un resumen de la entrevista a los hermanos que habían salvado, al menos un momento, a la pequeña cuidad llamada Bleeden Valley.

Exhalé intrigado y algo molesto por haberme cegado por su atractiva apariencia, su semblante misterioso y las ganas por hacerlo mío o arruinar su vida, y claro, que sus respuestas no eran del todo sinceras.

Cuando la mañana se hizo presente por la gran ventana e iluminó todo con un brillo amarillento familiar me levanté y escogí la ropa que usaría, esta vez era especial y quería darle una buena impresión a Ethan.

Tomé una camisa negra usual junto con un traje y gabardina igual de color negro perfecto, y de lo más profundo de mi ropero saqué un corsé masculino de tonos azul rey y pequeños detalles en plata. Mientras ataba mi corsé se me ocurrió una idea que no solo me beneficiaría para obtener más poder, sino que también me ayudaría a acercarme más a Ethan.

Tomé mi teléfono y le di instrucciones específicas a mi secretaria de cómo dirigirse a él y qué decirle.

—Hola ¿Qué tal, querida? Necesito que le dejes un mensaje urgente al general Ethan White, dile por favor que necesito verlo una hora antes del mitin. Sí, de mi parte. Muchas gracias —terminé la llamada y en lo que esperaba la confirmación de ella por mensaje de texto me miré en el espejo, acomodé mi camisa y me admiré hasta que una notificación con un simple: "Va en camino." me sacó de los elogios mentales hacia mi aspecto.

Pasado un rato vi llegar a Ethan en un Jeep rojo bien cuidado, bajé a toda velocidad y abrí yo mismo la puerta, fui tan rápido que el mayordomo que se dirigía a la puerta se sobresaltó al no ver de dónde había llegado. Saludé tratando de contener las ganas de tenerlo a mi lado por la fuerza.

Malas Tentaciones [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora