Malas Tentaciones [+21]

Vigilancia

Una vez más el Sol había salido marcando el comienzo de un nuevo día, de nuevos comienzos. Ethan descansaba plácidamente en mis brazos, planeaba quedarme con él hasta el mediodía si todo marchaba bien. Procedí a acurrucarme y cerrar los ojos, fingiendo que dormía y soñaba como si fuera humano, sin embargo, en menos de diez minutos comenzó a haber movimiento fuera de mi habitación.

Algo me alertó: pasos rápidos dirigidos a la habitación de mi amado, su puerta abriéndose y después pasos rápidos a la puerta de mi habitación. Recordé en ese momento que estaba cerrada por completo y nadie podría vernos de esta forma, aunque yo deseaba con todo mi ser decirles a todos que me iba a casar con Ethan, empezando por él. ¿Cómo se supone que tendremos una boda si el novio no sabe?

Quien estaba en la puerta a punto de tocar era Emma. Pude sentir su angustia cuando estaba a pasos de llegar, pero también pude sentir su indecisión para preguntarme por su hermano.

Había analizado esa situación desde que volví a tener interacciones con humanos después de la misa negra, y era como había pensado. Mis dones de demonio eran más sensibles y podía percibir más en mi entorno, podía sentir cada emoción humana; ver sus pecados pasados y futuros. Tendría que poner en prueba el resto de mis dones y además los poderes que había adquirido.

Pensé en salir para ver qué necesitaba pero no quería apartarme de él. Esperé hasta que decidió que era tonto preguntarme, no creía que él pudiera estar conmigo. Qué equivocada estaba.

Cuando pensé en volver a fingir que dormía Ethan se despertó. Abrí inmediatamente los ojos para poder ver cómo sus preciosos párpados revelaban sus iris verdes y sus pupilas se dirigían a las mías.

—Buenos días —Pronuncié con suavidad mientras esbozaba una sonrisa.

—Buenos días —Me respondió con una voz ronca llena de somnolencia, signo de que esta vez había descansado de verdad—. Hace años que no me levantaba de esta forma.

—¿Con un hombre perfecto a tu lado?

—Exactamente —Soltó una risa pequeña y ronca, luego se acercó a mí y me dio un beso de medialuna.

—Entonces deberíamos despertar así todo el tiempo —Me apresuré a decir, pero él no respondió de inmediato.

—Suena bien, pero tenemos que decirle a los demás si quieres eso. No planeas mantenerlo en secreto hasta que mueras ¿No?

—Si eso quisieras yo lo cumpliría.

—¡Al contrario! Soy alguien serio, no está en mi sangre hacer ese tipo de cosas.

Sonreí más cuando pronunció lo último, quería decirle todo lo que era capaz de hacer por él. No podía ir tan rápido, sería más fácil si él supiera lo que soy, un demonio guapísimo lleno de ganas de crear un nuevo mundo, junto a él.

—Debemos levantarnos, no tengo ni idea de la hora que es.

—Son las ocho y media. ¿Tienes cosas que hacer hoy?

—No, pero mi rutina es levantarme a las seis y voy retrasado dos horas ya —Soltó un suspiro largo y se giró, ahora miraba el techo sin ninguna emoción en especial.

—Yo creo que deberíamos quedarnos aquí, podemos volver a dormir o hacer lo que tú desees.

—Me gustaría pero no quiero interferir en tus asuntos presidenciales. Sé que siempre estás ocupado.

—Tienes razón —Admití con disgusto—. Pero hoy no tengo que salir, me llenaría de alegría si me acompañas en el transcurso del día.

—Sí, por supuesto —Se sentó en la cama y se estiró—. Sólo me encargaré de mis tareas diarias primero.