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4 años atrás

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4 años atrás.  

Aquella pelinegra que dejaba de mirar su teléfono con esperanzas que su gran mejor amigo le escribiera aunque sea un mensaje preocupándose por ella. Era egoísta que quisiera que él fuera hecho algo, pero él también fue egoísta por ocultar cosas. 

El australiano la observaba al final de la fría y oscura habitación, en los ojos de la chica se expresaba dolor y sufrimiento. En verdad extrañaba a aquella persona que durante muchos años la hizo sonreír. 

Sin embargo, él quería cambiar ello. 

Quería conquistarla y llenarla de su amor, a pesar de que su corazón le dolía por ver como sus ojos todavía brillaban por la misma persona que dejó hace un año en Okayama. Su corazón se aceleraba cada vez que ella sonreí. 

— ¿Todavía tienes esperanza en que te escriba? —Habló suavemente haciendo que la pelinegra sobresaltará y por accidente lanzará el celular. 

— Oh, Jake-ah ¿cuánto tiempo llevas allí? —Cuestionó la pequeña. 

— Desde comenzaste a mirar tu teléfono. —Confesó el australiano. 

— Todavía lo superó del todo. —Rasco su nunca apenada.  

Él lo sabía. 

— Lo sé, sé que todavía no lo haz superado. —Afirmó. 

— ¿Me darías un abrazo? —Pidió extendiendo los brazos de un lado al otro. 

El australiano no se negó, solamente asintió y se acercó rápidamente a ella para enrollar sus brazos en su cintura, mientras su cabeza quedaba en el pecho de la pequeña. 

Su corazón se aceleró, le rezó a los mismísimos ángeles para que ella no los escuchará.

Fue todo lo contrario, él escuchó los de ella.

La acción de la pelinegra lo había dejado extrañado, jamás había escuchado latir su corazón, a menos de que ella hablará del menor o mencionará al menor en algunas ocasiones. Por alguna razón, sus latidos hicieron que él tumbará a la chica a la cama y luego de estar acostados, cerrará sus ojos.

Dándole una hermosa vista a la pelinegra. 

Ella iba a hablar, pero paró al darse cuenta que el australiano se posaba en su pecho durmiendo con tanta tranquilidad. Se veía hermoso, perfecto a su parecer. Aquella cara que en cualquiera de sus aspectos era perfecta, quien también en ella se encontraba algunos pelos rebeldes en él. 

Con total delicadeza con su mano izquierda, apartó aquellos pelos que le tapaban su hermoso y delicado rostro, para tener una vista más hermosa de lo habitual. 

No pudo aguantar la tentación de acaricia una de las mejillas de aquel australiano. También su mirada estaba fija en sus labios, tenían un tono rojizo y eran totalmente abultados, lisos, se cuidaba bien sus labios. 

Sintió mariposas por primera vez con el australiano.  

Dejó la mano de la mejilla del pelinegro, para acariciar levemente sus labios con el pulgar. Sostuvo la mirada en ellos durante unos segundos, luego tocó sus labios, dando a entender que quería besar al australiano.  

Por fin estaba en paz. 

Él le daba paz. 

Actualidad

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Actualidad.

Aquel beso que por falta de aire acabó, fue comienzo de una conexión más fuertes. Él fue testigo de todo lo que aquella chica sufrió, que perdió su felicidad por un amor no correspondido y él solo le quiso devolver todo lo que le quitaron con su amor. 

Sus miradas hacían batalla de cual se veía más hipnotizada, las manos del pelinegro rodeando la diminuta cintura de la japonesa y la japonesa con sus delicadas manos en el pecho del australiano.  

La pequeña japonesa subió su mano izquierda, para acariciar una de las mejillas del contrario. Recordó el momento donde su corazón comenzaba a latir por el australiano, momento en el que ya su corazón ya no quería ser parte del japonés. 

Él despegó una de sus manos, para tomar la que en su mejilla se posaba y acariciar la palma de la misma, llevándose una gran sonrisa de parte de la japonesa. 

— Esperé tanto el momento en que tu corazón se abriera ante mi, y ahora que lo está, me haces el chico más feliz del mundo, lo sabes? —Dijo alegremente. 

Ese brillo en sus ojos que jamás desapareció gracias a ella, era ese brillo que justamente volvió a la japonesa gracias a él. 

— Mi corazón fue abierto a ti hacer cuatro años atrás. —Sonrió burlonamente, recibiendo una mirada confundida del chico.  

— ¿Cómo? —Creyó haber escuchado. 

— ¿Recuerdas el día que no dejaba de mirar mi celular con esperanzas de que Nishimura me escribiera? —Le recordó.  

Él asintió y la japonesa seguía hablando. 

— Te quedaste dormido en mi pecho, haciendo que muchas cosas se encendieran, con ello, el amor que por ti no había nacido. —Contestó.  

El australiano se sonrojó al recordar dicha escena, solo recordó haber escuchado los latidos del corazón de la pequeña japonesa. Pero jamás que lo relatará de esa manera, que lo hacía volverse más loco por ella. 

— Pensé que, todo el tiempo estarías enamorada de aquel mejor amigo de la infancia que tantas sonrisas te sacaba. Cuando yo solamente tenía poco tiempo parte de tu vida. —Confesó el pelinegro. 

— Mi corazón no podría vivir o convivir con él, sabiendo que daño todo lo bueno que algunas vez hubo en mi. Pero gracias a ti, me devolviste lo que la ilusión me quitó. —Admitió en voz baja. 

El australiano alcanzó a escuchar aquellas palabras que de la japonesa salían, riendo con ternura y a la vez torpeza. 

Ella notó la acción de su amado y se sonrojó desviando un poco la mirada. 

— Princesa. —La llamó. 

— ¿Qué? —Respondió con un pequeño bufo. 

— Perdón, si? —Se disculpó con un pequeño puchero en sus labios 

— ¿Qué me gano a cambio? —Quiso aprovechar el momento y chantajearlo un poco. 

— Te doy lo que quieras. —Sonrió tontamente. 

— Helado. —No dudó en decirlo.

— Lo que mi princesa pida. —Ella sonrió satisfecha a su respuesta. 

El australiano con delicadeza tomó el mentón de la japonesa con delicadez para hacer que ella lo mirará. Al estar frente a frente, el pelinegro junto sus labios con los de ellas, ambos no dudaron en mover sus labios, correspondiendo aquel beso que demostraba amor. 

Dejando a un corazón herido. 

 [. . .]

Aquel pelinegro quien en su oficina se encontraba, llorando, por aquella chica que años atrás lo amó con toda su alma. 

— Ni-ki quería preguntarte... —paró de hablar cuando vio el estado del pelinegro.— ¿QUÉ CARAJOS TE PASÓ? —Preguntó muy preocupado. 

— La vi, Sunoo. —Dijo ahogado. 

— ¿A quién, a Ame? 

— Si, ella.... Por fin eligió seguir su vida amorosa, mientras yo la esperaba, arrepentido del pasado y de todo el daño que le cause; me di cuenta de las cosas tan tarde, Sunoo... Quisiera volver a cuando ella me amaba y cuando me decía que yo la hacía feliz, que le hacía feliz ¿es difícil volver allí? —Se cuestionó así mismo. 

Sunoo dejó que el menor se desahogará. 

— Quisiera ser yo, quien la haga feliz, a quien le sonreí, le diga te amo, quien atacará su cara y labios a besos por alegría y amor. Sigo analizando lo que acaba de pasar, lo que viene. No estoy preparado, no estoy preparado para verla con alguien más. —Sus manos se posaron en su cabello, para tomarlo con frustración. 

El pelinegro sobó suavemente la espalda del contrario, el dolía verlo. 

— Me costaba tanto serle sincero, me costaba mucho decirle, hablarle del tema. Que siempre sus sentimientos fueron correspondidos, pero arruiné todo, por callar todo, por intentar evitar algo que evidentemente tenía que pasar. Me siento tan mal, Hyung. —Confesó.  

Gracias a ella. 

Se había vuelto un indefenso niño. 

Su amor lo cautivó de tal manera, que ahora era más sensible. Estaba sufriendo gracias a sus acciones, a todo lo que no dijo por miedo. 

Todo lo que estaba pasando él. 

Fue todo lo pasó Ame por amarlo a él.


















Dedicado a:
hannaswrittess

𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙇𝙤𝙫𝙚. [𝙉𝙞𝙨𝙝𝙞𝙢𝙪𝙧𝙖 𝙍𝙞𝙠𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora