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Todavía la pelinegra se sentía mal de la muerte de su difunto novio

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Todavía la pelinegra se sentía mal de la muerte de su difunto novio. 

El japonés muchas veces le repitió a su mejor amigo que se sentía mal por ver a quien quería así de mal, pero eran problemas emocionales que tenía que resolver ella misma y él sabia que estaría para ella apoyándola.

— Ame, estás acá? —preguntó abriendo la puerta poco a poco. 

Él frunció el ceño confundido al no ver a nadie, por lo cual terminó abriendo por completo la puerta. 

— ¡¿AME?! —preguntó asombrado. 

— Si? —respondió la chica saliendo de la parte trasera de su oficina bien arreglada. 

El pelinegro desvió la mirada para esconder el sonrojó que ella misma había causado, tenía tiempo sin verla tan arreglada. 

Su cabello totalmente largo y negro, su cuerpo posaba un vestido negro, que marcaba completamente su figura y resaltaba su tez blanca. Los tacones altos la hacían ver mas elegante, y su maquillaje sencillo.. 

Era totalmente perfecta. 

El chico estaba tan hundido en sus pensamientos, que ella volvió hablarle. 

— Riki, —llamó la chica al japonés— pasa algo? 

Él negó rápidamente.— no pasa nada, solo soy yo. —rasco su nuca apenado. 

Ella rió un poco, recibiendo una facción de confusión de parte de él. 

— Quieres salir a comer? —preguntó suavemente, mirándolo directamente a los ojos. 

No pudo evitar el contacto visual, el pelinegro al instante se sonrojó. 

— A mi? —se auto señaló. 

— Si, a ti. —asintió sonriendo de lado. 

— Me pare bien. —respondió nervioso—, bueno, creo que me retiraré Ame, nos vemos más tarde? sisi —repitió nervioso. 

— A las 7! —alzó un poco la voz, para que el pelinegro escuchará. 

— Está bien! —respondió de la misma forma al otro lado de la puerta. 

Ella rió y se susurró a si misma. 

— Sé que sabías que lo seguía amando, Jake. —una lagrima se deslizó por su mejilla. 

... 

— Sunoo! —entró a la casa de su mejor amigo sin avisar. 

— Santa Ramona! —se sobresaltó del mueble— ¡ME ASUSTAS BABOSO! —golpeo levemente el hombre del menor. 

— Perdón —se disculpó, sobando su hombro. 

— Que querías? —preguntó. 

— Ame, yo, cita. —habló con rapidez. 

— ¡¿QUE?! —gritó sorprendido, mirando a su mejor amigo.— ¡¿ENSERIO?! 

— En serio, me invitó a salir. —confesó avergonzado. 

— Acompáñame, te pondré bello. —pidió con un tono malicioso, y él no se negó. 

— Pruébate esto. —le entregó un camisa blanca, acompañada con un traje azul y unos zapatos negros. 

— Me gusta.  —dijo el pelinegro saliendo del cambiador. 

— No me gusta. —respondió de forma amarga.— pruébate este. —ordenó mientras pasaba una camisa blanca, un traje color gris y un corbata negra, con unos zapatos negros. 

— Y esté? —preguntó antes de dar su opinión. Aunque le había encantado. 

— Me encanta. —dio pequeños aplausos de alegría. 

— La verdad, a mi también. —se miró en el espejo, mientras sus manos estaban metidas en sus bolsillos. 

... 

— Ame, como se te ocurre invitarlo a salir, sin haber buscado algo que ponerte, eres algo retrasada, verdad? —habló consigo misma. 

Buscaba con desesperación entre su gran armario, con esperanzas de encontrar algo que pueda lucir y resaltar la gran chica que era. 

Encontró varias opciones, pero el vestido que mas llamó su atención fue un vestido negro de tirantes con lentejuelas que acentuaba su figura y la hacía ver mas esvelta. 

Solo se colocó unos tacones plateados para darle el toque. 

Ya estaba lista. 

... 

— Santa madre de Dios, te juro que me muero del nerviosismo! —exageró el pelinegro menor. 

— Nishimura, debes irte, ya es tarde. —habló serio.— Son la 7:30, ve a buscar a Ame. 

Rápidamente salió de la casa de su mejor amigo bien arreglado. 

Manejó en su carro hasta la casa de Ame, bajó del mismo  y tocó el timbre de la casa. La puerta se abrió, dejando ver a Ame, una chica bastante hermosa y perfecta, ante los ojos de nuestro protagonista. 

— Bella dama, permítame su mano. —hizo reverencia, dejando su mano izquierda extendida. 

— Con gusto. —tomó su mano y rió un poco. 

El chico levanto su cuerpo, caminando de la mano con la chica hacía el auto. Soltó su mano, y con la misma mano izquierda de él, abrió la puerta del copilotó, dejándole pase a la pelinegra como buen caballero. 

— Gracias. —agradeció sonriente. 

Él sonrió satisfecho consigo mismo y fue al otro lado del auto para comenzar a manejar.

— Sin duda será... La cita perfecta. —pensó el pelinegro, soltando un suspiro. 

Los jóvenes que en algún momento jamás pensaron estar juntos, el destino los unirá nuevamente y volverán a ser nuevamente uno. 

Como ella lo planeó por tanto tiempo. 

𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙇𝙤𝙫𝙚. [𝙉𝙞𝙨𝙝𝙞𝙢𝙪𝙧𝙖 𝙍𝙞𝙠𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora