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Habían pasado unas cuantas semanas desde que aquel japonés se había enterado de manera no apropiada que a quién amaba, estaba saliendo con un australiano

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Habían pasado unas cuantas semanas desde que aquel japonés se había enterado de manera no apropiada que a quién amaba, estaba saliendo con un australiano. Su corazón se había estrujado por la noticia, en su situación, era lo peor que podía existir. 

Verla feliz, sonriéndole a él, hacia que su corazón se rompiera cada vez más. Por más egoísta que fuera sigo pensar de esa tal manera, tenía que aceptar que el dueño de esas sonrisas y de esos sentimientos, ya no era él. 

A cada rincón por cual iba, ellos estaban, agarrados de las manos, él sonriéndole de manera tan encantadora a la japonesa, haciendo que su corazón brincará de alegría y amor. 

Siempre apretaba su puño, por sentirse tan mal e impotente, no podía, simplemente, él ya no era nada para ella. 

— En otra vida, yo sería tu chico. —murmuró entre sollozos, mientras cubría su cara con sus manos. 

Las pisadas que se escuchaban en los pasillos, hacía su oficina eran notables. Escuchó la puerta entre sonar, él dio la orden de hacer pasar quien estaba tras la puerta, sin tomarle importancia, solo volviendo a lo que volvía a lo que estaba haciendo. 

Hasta que la imagen se hizo presente, su corazón comenzó a latir desenfrenadamente, sus manos sudaban y sus nervios aumentaban. 

— Quería hablar contigo. —la pelilargo rompió el silencio.

— ¿C-conmigo? —preguntó titubeando. 

— Me puedes explicar, ¿por qué desde hace semanas no comes, no duermes y el por qué no estás atento a todo? —le cuestionó al pelinegro. 

La esperanza se encendió en él, se estaba preocupando por él, eso le hacía ilusión. 

Le iba a ser sincero, y lo hizo. 

— Es por ti; —respondió directamente.— cada vez que cruzo alguna esquina, no me siento bien, porque sé que estarás con él. Suena muy egoísta, lo sé, por como fui contigo, no merezco nada bueno y más si es de ti. Me enamoré de ti, cuando ya era tarde y cuando estabas lejos de mi alcancé; repetí la misma escena en mi cabeza, la maldita escena de tu partida, que hizo trizas mi corazón y mi ser, que hizo pasar los largos años de mi vida, encerrado en mi mismo hueco. Pero ahora, juró conquistarte, aunque sé que estás con él. —la miró fijamente. 

La japonesa seguía impactada por tales palabras directas que salían de los labios del pelinegro, simplemente expresó su dolor y transmitió sus sentimientos a través del habla. Ella no podía negar que todavía le gustaba, pero amaba a Jake, jamás le fallaría. 

— Lo siento. —respondió llamando la atención del pelinegro.— Por mucho que te quise, ahora mi único amor es Jake, quien me ha apoyado durante todo el tiempo en que me estuviste haciendo daño con tus acciones de niño con necesidad de amor. Ambos sabemos que la pase mal, fuiste y siempre serás mi mejor amigo, más por todas las veces que me hiciste sonreír, me hacías muy feliz, más feliz de lo que podías imaginar, mi corazón siempre pidió a gritos tu amor y jamás te diste cuenta de lo que tenías, hasta que lo perdiste. Sé que no fue tu intención, por eso siempre estaré en paz contigo; éramos adolescentes, no sabíamos lo que hacíamos, por más que quisiéramos cambiar todo, no podemos, las maquinas del tiempo no fueron creadas en estos años. No podemos volver al pasado y arreglarlo todo, mientras nuestra mente siga pensando en los hechos. Eres mi todo, a pesar de los daños. Pero, ya no soy la misma, cambie Riki, soy alguien renovada y por cierta forma cruel, perdón, de verdad, lo lamento tanto. —se disculpó y salió de allí dejando al pelinegro con la palabra en la boca. 

Estaba analizando la situación. 

¿En verdad le eh hecho daño? se preguntó así mismo. 

Lloró, lloró de la frustración y la impotencia. Sus manos las pasaban con fuerza por su cabeza, para luego jalar el cabello que allí se encontraba. 

Los gritos de dolor aumentaban, llamando la atención de los presentes. Mientras el corazón de la japonesa de estrujaba más y más debido a esos gritos de desesperación. 

Sabía que rompiéndole el corazón. 

Solamente le hacía más daño. 

El pelinegro fue consolado por su mejor amigo, Sunoo. 

Quien se encontraba allí abrazando su cuerpo que se encontraba como bolita en el suelo, el consuelo de su mejor amigo lo calmaba del pánico y la tristeza, él era el amor de su vida en amistad. Él era lo mejor del mundo. 

— La conquistaré, lo sé, lo haré. —repitió muchas veces con una retorcida risa de por medio.

— Sé que la amas, pero déjala ser feliz. —sugirió el pelinegro. 

— Lo haré, pero cuando nadie esté, yo estará. —sonrió nostálgicamente. 

El japonés sabia que en cualquier momento Jake no estaría, pero él si. 

Por alguna razón presentía que algo mal iba a pasar con el australiano, no era por su egoísmo, está vez era real. Sería dentro de unas semanas, meses o tal vez años, no sabía exactamente cuando. 

Tenía miedo de como se podía sentir ella. 

No quería que la tristeza la consumiera, tal como hizo con él con ella, tenía temor de todo lo que con ella se relacionaba. 

Tenía miedo de que su estabilidad emocional cayera.

Él la amaba mucho. 

𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙇𝙤𝙫𝙚. [𝙉𝙞𝙨𝙝𝙞𝙢𝙪𝙧𝙖 𝙍𝙞𝙠𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora