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Todas las palabras se las llevarán el viento, y con ello, te irás tú

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Todas las palabras se las llevarán el viento, y con ello, te irás tú. No te culpo, fui malo, pero solo quise ser feliz y cuando me di cuenta que tú eras mi felicidad, era demasiado tarde. 

Lunes en la tarde

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Lunes en la tarde. 

Aquellos jóvenes habían salido de la universidad, orgullosos de si mismo, luego de haber tenido una de las puntaciones más altas en el proyecto de último momento. Iban sonriente por las calles de Okayama, sin pensar absolutamente nada, solo caminaban y observaban con detenimiento las calles tan rodeadas de gente y de las pequeñas tiendas que se observaban a los costados de allí. 

Pararon en un pequeño puesto de manga, había salido el nuevo manga del anime favorito de Ame. Lo buscaba con locura y ansiosamente, mientras el castaño observaba de lejos su retenida emoción. Era muy fan de cualquier tipo de manga, pero su favorito siempre fue Black Clover y Gintama, algo que siempre le pareció icónico al castaño. 

— Búscalo con calma Ame —Le dijo el castaño suavemente. 

Ella sonrió, esa sonrisa lo hacía feliz y le traía calma. 

— Es que me emociona saber que por fin tendré el manga físico, luego de tanto reunir. —Celebró alzando su puño la pelinegra. 

El castaño caminaba por todo el lugar, buscando el dichoso manga para su mejor amiga. Luego de tanto mirar, lo encontró, lamentablemente una mano delicada lo tomó primero. 

Su mirada de puso en la mano para luego seguirla y encontrarse con una chica baja, cabello corto y negro, con ojos marrones, una cara fina, y un aspecto ejemplar en la belleza. Sus ojos se conectaron, brillaron mutuamente, mientras alguien observaba con el corazón empaquetado, perdido y nostálgico.

— ¿Lo ibas a tomar? —Habló la susodicha rompiendo el ambiente. 

— S-si, mi mejor amiga es fan y ella lo buscaba ansiosamente, por eso decidí ayudarla. —Contestó rápidamente. 

— Tómalo —Se lo dio—, de seguro ella lo necesitaba más que yo. 

— Muchas gracias... —Alargó sus palabras. 

— Annie, soy Annie. —Respondió. 

— Gracias Annie —Agradeció—, soy Riki. 

— Bueno, adiós Riki. —Se despidió de él y se fue sin dejar rastro. 

El castaño inmediatamente se sintió atraído por esa belleza ejemplar, ahora su corazón estaba latiendo fuertemente y pensaba solamente en ella. Hasta que sus pensamientos fueron interrumpido por la pelinegra. 

— No lo encontré. —Dijo desanimada detrás del castaño. 

Él giro en un santiamén y extendió el libro para que ella lo viera. 

— Esto es tuyo, Ame. —Sonrió alegremente. 

— Gracias, gracias, gracias —Se abalanzó sobre él a abrazarlo—, sabía que lo lograrías. 

— No hay de que, todo por ver feliz a mi mejor amiga. —Contestó mientras correspondía aquel abrazo. 

A pesar de todo, aquella chica había visto la escena, vio como su mirada se conectaba a de la susodicha. Ella la describió como hermosa, una total modelo, que ganaría mil veces que ella en la batalla. Su corazón se entumeció, sintió dolor, insuficiencia y ganas de llorar, sin parar hasta sacar ese dolor inmenso. 

Ella sabía que jamás lo tendría, pero aun así, quería intentarlo, quería hacerlo. 

Pero mientras más lo intentaba, su corazón más se rompía en varios pedazos. Era muy doloroso para ella. 

 Ver como ella daba todo cuando nada daba frutos. 

[. . .] 

Terminaron varando en la casa de la pelinegra, pensando en la vida y en que harían luego de terminar su carrera como fotógrafos. Tenían varias ideas en mente, explotaban de tantas cosas acumuladas, que serían un avancé para su vida. 

— A penas tenemos 17 años y estamos empezando con fotografía, y ya estamos pensando que hacer cuando terminé nuestra carrera. —Comentó Ni-ki burlonamente.

— Tienes 17 —Corrigió Ame—, yo apenas tengo 16 —Sonrió orgullosa. 

Ame era adelantada por un año, por eso lo presumía. 

— Presumida —Murmuró Ni-ki—, igualmente, cumplirás los 17 esté año, vieja. 

— Viejo tú —Bufó.

— Estoy aburrido. —Dijo Ni-ki rompiendo el silencio. 

— ¿Jugamos videojuegos? —Preguntó Ame. 

— Eso no sé pregunta, sé hace. —Contestó el castaño. 

En un santiamén los dos adolescentes comenzaron a jugar videojuegos, sin parar. Muchas veces Ni-ki admitió que Ame era mejor que él en muchos aspectos, por eso y muchas cosas más la eligió como su acompañante y consejera de toda la vida. Su bondad, lealtad, fidelidad a la amistad, su ego y orgullo, siempre fueron el orgullo del gran castaño. 

Jamás decía que estaba orgulloso de ella, pero en el fondo sabía que ella lo sabía, por lo presumida y narcisista que era la pelinegra. Todo lo que sabe él, lo aprendió de ella. Era muy madura, reflexionaba y aprendía rápido todo, sea; vida, profesión y estudió.

Lo más que podía llegar a saber la pelinegra, era hackear computadores y modificar juegos. También animaba e ilustraba, siempre fue fan de la pintura, también fan de los deportes y del baile, al igual que Ni-ki. 

Eran almas gemelas, pero él jamás lo notó.

— Ame, más tarde quieres ir a mi practica de Fútbol? —Preguntó mientras las yemas de sus dedos hacían juego con el mando del Play. 

— Está bien, pero con una condición. —Respondió la pelinegra. 

— ¿Cuál? —La miró con detenimiento. 

— Que me dejes jugar. —Contestó firmé. 

Él asintió, sabía que le gustaba mucho jugar fútbol. También era muy buena jugándolo. 

Tal vez, siempre fue el amor de su vida.

Pero, jamás lo valoró.

𝙄𝙣𝙛𝙞𝙣𝙞𝙩𝙮 𝙇𝙤𝙫𝙚. [𝙉𝙞𝙨𝙝𝙞𝙢𝙪𝙧𝙖 𝙍𝙞𝙠𝙞]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora