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Los padres de la pelinegra la dejaron a cargo del más alto, dándoles mas espacio y momento solos. 

Decidieron ir a la heladería a la cual iban estando en el colegio, disfrutando de sus sabores favoritos y del dulce aroma que de ellos de desprendía. Se sentaron en una pequeña banca en un parque con pocos habitantes, mientras comían su helado.

Luego de diez minutos, ambos comenzaron a platicar de todo lo que a Riki le había pasado en los dos años que ella estuvo en coma. 

Le contó que estaba siguiendo su sueño, estudiando artes plásticas, sin dejar de lado sus talentos de bailar y de cantar. 

— Te acuerdas de mis cinco amigos que hice en el viaje a Corea del Sur? —Preguntó el pelinegro. 

— Si, me dijiste que me los presentarías. —Soltó sin dificultad. 

— Se mudaron acá dos meses después que entraste en coma; ellos me ayudaron a salir adelante y al no rendirme, siempre me alentaban en tener esperanzas de en algún momentos despertarías. —Confesó. 

Ella lo miró, mientras él seguía con la historia. 

— Heeseung, Jay, Jake, Sunghoon y Sunoo, así se llaman mis amigos. Son mis mejores amigos desde el tiempo que duré en Corea del Sur; son muy divertidos, estoy seguro que te agradaran, ellos ya te conocen prácticamente desde hace mucho, les hablé de ti desde el primer momento en que hiciste mi corazón latir  —Contó con sutileza.

— Me encantaría conocerlos, la verdad. —Sonrió tiernamente. 

— Podría invitarlos un día a pasear con nosotros, si tú quieres. —Sugirió el pelinegro.

Ella asintió. 

Ambos mantuvieron una charla bastante extensa, donde las risas ni las sonrisas faltaban, donde sus corazones revoloteaban por si mismos y expresaban su puro amor por miradas. 

Tomados de las manos caminaban, entre esas multitudes pequeñas andaban, en busca de nuevas aventuras y nuevos objetivos. Querían lograr todo juntos, desde el primer momento, sabían que estaban destinados a amarse y a serse fiel durante un período de vida completo. 

El fin del día estaba llegando, estaba apunto de atardecer, sería su primer atardecer juntos, era el momento indicado. 

— Hinata. —La menor lo miró. 

— Dime. —Lo miró de igual forma. 

Se puso al frente de la pelinegra.— Quiero prometerte ante esté atardecer amarte hasta el fin de mis días, proteger a ti personalmente y a tu corazón sensible cubrirlo con mi inalcanzable y interminable amor. Siempre te he amado y siempre te amaré. Permíteme amarte, haré y daré lo mejor de mi. —Agarro las manos de la pelinegra. 

La japonesa vio que seguiría hablando, por lo que no quiso interrumpirlo. 

— ¿Serías tú, mi novia? —Preguntó mientras la noche caía. 

— Lo quiero, quiero estar contigo, quiero ser amada por ti mi vida. —Aceptó. 

Sin dudarlo, se lanzó a los brazos de quien ahora sería su novia, luego de dos largos y duros años de su ausencia. Por fin lo había logrado. 

Al separarse de aquel abrazo fuerte, se perdieron en sus miradas, pero cada uno bajó la mirada hacia los labios del otro. 

Encendiendo las ganas de un beso lleno de amor. 

Fueron acortando la poca distancia que los separaban y lo hicieron. 

Por fin se concedieron el sueño de ser el primer beso del uno al otro. 

Sus labios encajaban perfectamente entre si, los movimientos eran suaves, se movían al compás del reloj, formando un dulce, pero necesitado beso que demostraba todo lo que habían guardado luego de tiempo. 

Los latidos del corazón de cada uno, no paraban, simplemente sentían que se iban a salir de sus lugares por tantos sentimientos adjuntados en una sola acción. 

Almas que querían volverse una nuevamente. 

El japonés por no saber donde colocar sus manos, las posó en aquella cintura que tanto lo volvía loco, ella.. Ella colocó sus manos en el cuello del chico, para profundizar más aquel beso, lo cual lo volvía mas apasionado. 

Mutuamente maldijeron el aire, el aire les faltó para seguir aquello que les causaba satisfacción. 

Al alejarse de aquel beso, juntaron sus frentes, ambos todavía sintiendo sus respiraciones agitadas, tratando de recuperar el aire. 

— Te amo tanto, Hinata~

— Te amo más, Riki~

Quiero protegerte, déjame hacerlo [Nishimura Riki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora