•In Life•

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Donghyuck miraba a las personas pasar por el cementerio, a lo largo de esa mañana. Sentado sobre una lápida, bajo el cielo nublado y obscuro.

Parecía que llovería en cualquier momento.

El frío no le hacía daño al moreno. En realidad no sentía la brisa chocar contra su piel o alzar su cabello, desde hace un par de semanas. ¿La razón? Era muy sencilla.... Estaba muerto.

-¡Boo!.-Intentó asustarlo a sus espaldas, Chenle. Lo tomó por los hombros sacudiéndolo, más no tomándolo por sorpresa.- Que aburrido eres, Haechan-nie... Por lo menos finge que te asusta.-Suspira el menor, tomando lugar a su lado.

Haechan le sonríe levemente, volteando a verlo.-Disculpa... No sentí nada. Aunque me hubiera gustado sentir tu presencia a mis espaldas... No me habría venido mal conversar si supiera que llevabas minutos allí parado.

-Sé que no te lo he preguntado, pero... ¿Cómo fue que moriste?.-Preguntó con curiosidad Chenle, viendo alrededor.

A Donghyuck se le hacía chistoso lo que consideraban "Preguntas incómodas" en el mundo de los muertos. Responderle no le incomodaba para nada, pero al parecer después de la muerte, las personas siguen creyendo que existe la indiscreción. Para el peligrisaceo ya no existían esos adjetivos o sensaciones. Era indiferente a eso, y le daba igual lo que preguntaran... Porque nada le devolvería la vida.

-Un hombre me secuestró... De camino a casa. Ya era un poco tarde.-Contó el chico, observando el cielo.-Un asesino en serie aparentemente. Ese hombre no buscaba nada en especial... Ni dinero, ni comprensión... Nada. Solo sentía placer con los golpes, la sangre... La tortura.-Añade en un tono de voz que cada vez disminuía más.- Me hablaba pero no podía responder porque estaba amordazado... Pero, lo poco que entendí, me dió a saber que todo lo que siempre quiso fue un hermano, y lo único que tuvo fue alguien que lo castigaba para silenciarlo. Alguien que no lo quería... Ni lo quiso nunca...

El peliverde lo miró de reojo boquiabierto. Supo que si fuera humano, habría sentido pena y rencor por lo ocurrido a aquel chico justo a su lado.

-¿No sentiste odio?... ¿Rencor?-Cuestionó en un hilito de voz. Las gotas empezaban a caer... En una pequeña llovizna.

-No...-Responde, percatandose de la lluvia que no le hacía nada y solo podía atravesarlo.- ¿Cómo sentirlo?... Al principio puedes llorar, desgarrarte la voz gritando, pero nadie te va a escuchar. Estás tú y solo tú, con alguien que nunca fue comprendido.-Menciona, haciendo contacto visual, entre dos miradas apagadas y sin brillo.- Terminas entendiendo que su dolor se remonta a mucho más tiempo... Y que el tuyo, es solo pasajero. Que te conviertes en un servicio, hasta que dejas de respirar... Prestando tu vida para que alguien obtenga un poco de felicidad, la cual no le han dado desde que tuvo memoria.-Comenta, haciendo que Chenle se quedara sin palabras.- Es un motivo menos egoísta de lo que se piensa...-Murmura, finalizando aquella anécdota sangrienta que acabó con su vida, y volviendo a admirar el ambiente.

A quien lo escuchara, se le habría puesto la piel de gallina. Era perturbador la forma en que lo contaba el moreno... Cómo si su vida fue algo simple y fácil de entregar a manos del dolor. Quizá hasta ese nivel había llegado la tortura, teniendo como resultado, la total aceptación de su muerte. Ahora solo restaba descansar, incluso si parecía imposible estando despiertos.

Chenle se fué de paseo entre las lápidas y flores puestas a los muertos. Donghyuck se quedó recibiendo a la lluvia como un recuerdo, y cuando menos lo esperó, apareció RenJun a su lado.

-Es muy pronto para que llueva...-Comenta de pie, impresionado de que su pronóstico fuera refutado en tan poco tiempo.

-Pensé que odiabas estar aquí...-Dice Haechan, mientras jugaba a mover las hojas de los árboles mediante su presencia, alborotando el curso normal y natural del viento.

-Lo hago... Pero disfruto venir a recordarte que debemos volver.-Recalca el rubio, que observaba como infantilmente se comportaba Hyuck.

El joven dejó de jugar con las hojas y el viento, en cuanto sus ojos captaron una expresión triste y cabizbaja recorrer uno de los caminos entre el cementerio... A una distancia no muy lejana.

Era un chico.

Venía completamente de negro y su pelo castaño se agitaba con cada paso que daba. Su piel pálida, hombros caídos y sombrilla abajo, delataban su pérdida. No traía un ramo de flores consigo, pero sí traía un pequeño sobre en su mano libre.

Se detuvo frente a una lápida que lucía casi nueva. Por experiencia, RenJun dedujo que tal vez solo llevaba días hecha.

El chico se arrodilló devastado al parecer. La lluvia se escurría en su cabello y saco negro, mientras él comenzaba a llorar y llorar en silencio. Las lágrimas ni siquiera sé diferenciaban de las gotas, por ende Donghyuck y el mayor solo podían sentir el peso de su sufrimiento... El cual era bastante grande. Ellos podían percibir a las almas dolidas y hundidas en pena. Eran espíritus, y si tan solo lo hubieran deseado... Podrían haberse alimentado del dolor que emanaba el muchacho desconocido.

Ambos se quedaron en silencio, expectantes ante la situación.

El muchacho arrugó aquel sobre y batió sus puños contra el cemento que formaba la lápida esculpida. Golpeaba la superficie de piedra con una mezcla explosiva de euforia.

RenJun no pudo aguantar mucho tiempo, por lo que se retiró sin decir nada; desapareciendo sin rastros de haber estado allí. Pero por el contrario, Haechan se quedó impactado, presenciando la escena anonadado.

Cuando el castaño que aparentaba ser contemporáneo con él, levantó la mirada... El moreno percibió tanto sentimiento abrumador, que por un segundo creyó tener un atisbo de humanidad en todo su ser. Solo fue una coincidencia que mirara al mismo lugar donde partía la vista de Donghyuck, pero para el peligrisaceo no fue más que suerte.

El visitante volvió a bajar su mirada, cesando con los sollozos y las lágrimas rebeldes. Se quedó sentado sin cubrirse con la sombrilla a su lado, y así se mantuvo por horas...

Horas en las que Haechan se había acercado unos pasos únicamente, para visualizarlo mejor. El magnetismo que lo ataba a quedarse junto al chico, era invisible pero poderoso. Desconocía las razones por las que no podía evitar irse mientras el contrario saboreaba su propia soledad en silencio.

La lluvia cesó con las horas, y él seguía allí. El espíritu de Hyuck permanecía a la distancia, y la tarde ya se había puesto.

El castaño estaba sentado y abrazado a sus piernas, pero sentía una mirada sobre él a pesar de no ver nada. No creía en entes, pero tampoco se sentía solo sino acompañado y de una forma extraña.

-Ya acabó nuestro tiempo libre en este mundo.-Avisa Ren, tocando el hombro de Donghyuck y sacándolo de su trance.-Debemos irnos. Ya lo sabes. Vamos.

-No quiero dejarlo solo....

-No está solo, Donghyuck... Y tu presencia está influyendo en su estado.-Le indica el mayor con preocupación, a lo que el menor niega.- Haechan, está empezando a asustarse. Siente como le clavas la mirada... Sabes que no puedes hacer eso. Entrará en paranoia a este paso. Debes irte.-Explica ahora con tono autoritario, ayudándolo a levantarse.

Donghyuck despertó de su repentino interés, abruptamente. Se levantó con ayuda y desapareció pero no sin antes darle una última mirada.

RenJun tenía razón en lo que decía, y él lo sabía.

"3. No influir en la vida es parte de la muerte."

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Lo hice en 2020. Y estaba entre mis notas... Fue de los primeros que hice, y pretendía convertirlo en un fic hace mucho tiempo. Pero aquí ven, terminé olvidandolo.

NaHyuck's Zone/ One ShotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora