capitulo 3

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Maldiciendo por lo bajo, Liam sostuvo la cabeza de Megan mientras ella se caía. La sacó de la silla y la agarró en los brazos. Estaba claro que estaba exhausta y probablemente hambrienta, como lo indicaba su delgadez.
—La pondré en mi cuarto —dijo, mientras se dirigía al pasillo.
—Iré con Harry a buscar el coche —dijo Louis.
Liam la puso en la cama y la cubrió con la colcha. Gimió suavemente, y una expresión de dolor cruzó su rostro, pero no abrió los ojos.
Sintió una punzada en la sien y rechinó los dientes. Estaba huyendo de algo. O de alguien. Estaba tan asustada como un potro recién nacido y en sus ojos había tantos secretos, que en algunos momentos era difícil distinguir el color.
La contusión de las costillas lo molestaba. Podía ser de alguna caída, pero lo dudaba. No parecía reciente. Asió un mechón de pelo, notando la desigualdad del color. Apostaría que era morena. Del misma color que el pelo de entre sus piernas.
Con una ternura que no exhibía desde hace mucho tiempo, arregló la colcha en torno al cuello y caminó callado hacía la puerta. Necesitaba de un baño helado para calmar su dura polla, pero optó por salir y esperar a Louis y Harry.
Llegaron media hora más tarde, conduciendo el jeep. Liam caminó a su encuentro.
— ¿Que encontraron?
—Nada —contestó Louis.
Liam levantó una ceja. Entonces el ángel mintió. ¿No estaba pensando claramente, u honestamente creyó qué no lo descubrirían?
— ¿Cómo ésta? —preguntó Harry.
—Durmiendo —contestó Liam—. Necesita comer.
Louis parecía preocupado. Un sentimiento que Liam comprendía. Que ellos hubieran encontrado a su mujer, era nada menos que sorprendente. Pero parecía que traía problemas.
Harry pareció incómodo.
—Nunca pensé que la encontraríamos. Y ahora que la tenemos, todo lo que puedo pensar es: ¿Y si no quiere quedarse? Yo también lo sentí. Pop dijo siempre que lo sabríamos, pero hasta ahora, pensé que era una exageración.
—Lo sé —dijo Louis bajito—. Yo también lo sentí.
—Tiene problemas —dijo Liam—. Tiene una contusión del tamaño de mi mano en las costillas, y no me gusta ni imaginar como sucedió. Y no es una rubia natural. Hizo un pobre trabajo para parecer así. Una señal de que tenía prisa.
— ¿Cree qué alguien la sigue? —cuestionó Louis, con el rostro ensombrecido.
Harry cerró los puños.
— ¿Quién quería lastimar una cosa tan pequeña?
—No sé, pero una cosa es cierta. No podemos dejarla ir, no importa lo que tengamos que hacer —dijo Liam adustamente.
— ¿Quién va a abordarla primero? —preguntó Harry.
Liam se puso pensativo.
—Iré yo —dijo finalmente—. Es como tiene que ser. Es mi responsabilidad. Vosotros ayudarais en hacerla sentirse lo más cómoda posible. Vamos a tener que ir despacio o tengo miedo que pueda enloquecer.
—Ve con calma, Liam —le advirtió Louis.
Liam lo miró.
— ¿Qué quieres decir con esto?
Louis no retrocedió.
—Sabes exactamente lo qué quiero decir. Domas. Es tu naturaleza. Vas a tener que limitarte con ella. No creo que vaya a confiar, si se siente amenazada.
Las palabras irritaron a Liam, pero sabía que Louis tenía razón. Era autoritario, tanto en su vida personal, como en la profesional, quería siempre las cosas de su manera. En su mente, ____ era suya, no importaba si lo aceptara o no.
—Lo recordaré —dijo secamente—. Ahora que hemos acabado, voy a verla. ¿Por qué no preparan la cena? 
Liam se deslizó en el cuarto, para ver a Megan durmiendo silenciosamente. Después de quitarse las botas, levantó la colcha y se acomodó a su lado. Sorprendentemente, ella emitió un suspiro de satisfacción y se acurrucó contra él. Los senos se frotaron eróticamente contra su pecho, y su verga se hinchó contra los muslos. Cuando se movió contra él, su camisa se subió sobre las caderas, exponiendo su culo suculento. Incapaz de contenerse, levantó su mano para acariciar sus caderas y alzar la camisa hasta la cintura. Sus rizos oscuros lo atrajeron, le separó los labios del coño y resbaló el pulgar hacia abajo, sobre su botón. El dedo corazón bajó más, tocando su entrada, mientras que su pulgar continuaba acariciándola. 
Ella gimió, cuando la penetró con un dedo y comenzó un leve movimiento circular. Estaba caliente y mojada y él estaba listo para estallar solo con tocarla.
Usando los dedos, apartó los labios de su coño y deslizó el pulgar por el clítoris. Su dedo medio se movió más abajo, acariciando la entrada y con el pulgar continuó el masaje. Respiró apresurosadamente y se movió contra su mano. Sumergió un dedo, cerrando los ojos, fingiendo que era su polla. Era apretada. Condenadamente apretada.
Inclinó la cabeza y movió sus labios por el cuello de la camisa, hasta encontrar un tenso pezón. Cuando lo tocó, ella gimió. Movió su pulgar más rápido, mientras chupaba su teta. Se apretó contra su mano, cerrando las piernas en torno a ella, a medida que alcanzaba el orgasmo.
Captó su grito de placer con la boca. Lentamente, retiró la mano de su centro. Él podía sentir su esencia en su mano y quiso saborearlo. Estaba dolido por enterrar su eje entre sus piernas y amarla como nunca lo estuvo.
Sus ojos se abrieron somnolientos, los labios hinchados de sus besos.
—Dime que no estoy soñando —susurró ella.
—No estás soñando.
Con los ojos amplios, ella dejó salir un grito de sorpresa. Se alejó de él, cubriéndose con la colcha.
— ¿Qué demonios está pasando? —exigió ella, con la voz aún carrasposa por la pasión.
Miró la confusión de sus ojos y su lucha entre el placer que sentía y su instinto natural.
—Te di un orgasmo —dijo simplemente.
—Yo... tú... —cerró la boca.
Le puso la mano en la nuca y la acercó.
—Por si te preguntas —le dio un beso largo y duro— planeo volver a hacerlo. Luego.
Ella lo empujó.
—Pero...
—Me deseas —él dijo con certeza—. Y yo te deseo más de lo que desee alguna otra mujer. Y voy a cuidarte.
Megan lo miró fijamente, en choque. Su corazón se aceleró. No solo había experimentado el mayor orgasmo de su vida —bueno, el único orgasmo de su vida, y si esto era normal, no tenía idea de cómo sobrevivían las mujeres— pero aquella declaración le llegó directamente a su corazón.
No podía creerle. Además, para empezar, su corazón la puso en la situación en la que se encontraba. Su deseo de ser amada y apreciada. El simple pensamiento de lo que estúpida fue, le dieron ganas de vomitar.
Su expresión estaba suave.
— ¿Quién te hirió, cariño? ¿Quién metió el miedo en tus ojos?
Ella tragó, nerviosa. Ese hombre, sin duda, era demasiado perceptivo. ¿Cómo podía estar acostada, casi desnuda, con un hombre al que conocía de menos de un día? Cerró los ojos. Eso no estaba pasando. Era un sueño. Un sueño maravilloso, pensó, pero un sueño. En cualquier momento volvería al horror de su vida. 
—Déjame traerte tu ropa —dijo Liam, saliendo de la cama—. Tienes que comer algo.
Instantes después, regresó con sus vaqueros y su suéter. Balanceaba su ropa intima en un dedo y ella se apresuró en arrancarla de su mano.
—Estaré en la cocina. Ven cuando estés lista.
Cuando él se fue, salió de la cama y rápidamente se puso la ropa interior. Su coño aún estaba latiendo por el explosivo orgasmo. Despacio, pasó los dedos sobre la seda de las bragas y deslizó la mano dentro.
Dudó cuando el dedo hizo contacto con el hinchado clítoris. Dios, el hombre era letal. Reacia, alejó la mano y vistió los vaqueros.
Cuando acabó de vestirse, se dirigió a la puerta y se quedó indecisa. ¿Cómo podría enfrentarlo después de lo qué había sucedido? Su cara se enrojeció de vergüenza. Debía de estar pensando que era una mujer ligera de cascos. 
Inspirando profundamente, abrió la puerta y siguió por el pasillo, en dirección a la cocina. El maravilloso olor le dio muchísima hambre. Hacía mucho tiempo desde la última vez que tomó una buena comida. Los tres hermanos la miraron cuando pasó por la puerta. Se quedó con los ojos bajados, tenía miedo de que Liam les hubiera contado qué había pasado.
Harry se acercó y le pasó una mano en el hombro. 
— ¿Estás bien?
Ella asintió, horrorizada por su reacción. Seguramente, aún estaba bajo el efecto del orgasmo que tuvo hace poco. Estaba enloqueciendo. Se transformaba en una puta. Atraída por tres hombres.
—Estoy bien —dijo, alejándose de su toque.
Louis le puso un plato delante. 
—Te sirvo en un segundo. ¿Tienes hambre?
Su estómago rugió en respuesta.
—Sí —admitió.
— ¿Cuánto tiempo llevas sin comer? —preguntó Liam, con expresión pensativa.
—No lo recuerdo —contestó vagamente.
Intercambió miradas con sus hermanos y ella esperó no haber levantado más sospechas. Necesitaba desaparecer rápido, antes de que alguien descubriera donde estaba. O quién era.
Minutos más tarde, Louis le llenó el plato de huevos y jamón.
Sus manos temblaban ligeramente cuando empezó a comer.
Liam estaba a su lado, con los brazos cruzados. Asintió viéndola como comía: lo más rápido que podía.
—Baja la velocidad, cariño. Te vas a enfermar.
Acabó y dejó el tenedor en el plato. Louis le puso delante un vaso de zumo de naranja, y ella, sonrió en señal de agradecimiento antes de beber la mitad del contenido.
Una fuerte llamada se escuchó en la puerta y Liam frunció el ceño.
— ¿Quién podría ser? —detuvo a Louis y a Harry, que caminaban hacía la puerta.
—Esperen —ordenó—. No sabemos quién está fuera.
Todos se volvieron hacía donde estaba sentada Megan, solo que ella había desaparecido. Liam maldijo. Había huido asustada cuando escuchó la llamada.
—Voy a encontrarla —dijo Louis. Su tono sugería que cuidaría a Megan, mientras que Liam y Harry resolvían la amenaza de fuera.
Sorprendentemente, la puerta se abrió y Danielle Peazer se asomó.

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Saben Danielle siempre sera mi favorita! yo personalmente odio a Sophia es ugg, yo amaba la sonrisa de mi Gordo cuando estaba con Danielle y ahora casi ni sonrie con Sophia :( buenno era una pequeña opinion espero que les guste el capitulo tanto como a mi :) . All the love. Mx

La Mujer de Nuestras VidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora